viernes, 7 de junio de 2013

EL CAMINO DE LA LEALTAD.



Sí, se trata de ser leal, fiel y seguir por el camino recto. No se puede entender de otra manera. Seguir el camino que uno proyecta según sus intereses es lo que hacemos todos, pero seguir el camino de Dios, es seguir el camino de Dios, no el tuyo. De eso se trata, de ser fiel.

Ocurre lo mismo en el matrimonio. Es el sí sincero, verdadero, leal y fiel dado a una persona, y recibido de esa persona el mismo compromiso. Es la palabra y responsabilidad mutua entre dos personas que se comprometen a vivir una vida juntos delante de Dios. No se trata de tradición, ni de leyes, ni de jurisprudencia. Esos serán otros contratos. Se trata de la palabra dada a Dios entre los cónyuge, que se prometen ser fieles para siempre. Es cosa de dos.

Pronto nos damos cuenta que no somos capaces de respetar, cumplir y ser leales a nuestra palabra. Estamos atados a muchas cuerdas que tiran de nosotros: pasiones, egoísmos, soberbia... Pero, ¿a quién hemos dado nuestra palabra? ¿Delante de quién nos hemos comprometido?

 No es un cualquiera, ni siquiera alguien que quiere, pero no puede... No, se trata de Dios, dueño y Señor de todo lo creado. Padre amoroso que nos ama hasta entregar a su Hijo por nosotros. Dios que todo lo ha cumplido en la plenitud de los tiempos en su Hijo Jesús. Dios esperanza de felicidad y vida eterna para todos nosotros. ¿Y no creemos que mantendrá su Palabra y nos ayudará y fortalecerá en todos los días de nuestra vida para superar barreras y obstáculos que haga fecundo nuestro amor?

Seamos sinceros y preguntémonos: ¿cual es la medida de nuestra fe? No estamos cerca por saber la respuesta y conocer y aceptar el Mandamiento supremo y principal. Necesitamos dar el paso de vivirlo y de liberarnos de tantas maromas que nos atan al muelle de nuestra vida para ser capaces de amar a Dios y, en Él, conseguir amar a los demás, principalmente a nuestro cónyuge.

1 comentario:

mjbo dijo...

Es difícil, Salvador, desprenderse de uno mismo y seguir con fidelidad el camino que Dios nos ha trazado y al que hemos dicho: sí.
No es fácil pero tampoco imposible: los santos lo demuestran.
Gracias por la reflexión.
Un abrazo en el Corazón Inmaculado de Nuestra Señora, que hoy es su festividad

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