martes, 31 de diciembre de 2019

FELIZ AÑO 2020

Llega la hora de un nuevo comienzo. Termina un año y empieza otro. Es momento de pararnos y de pedir nuevos retos para el año que está a punto de abrir su puerta para que iniciemos el recorrido por él. Pero, ¿cómo lo vamos a recorrer? ¿Solos? ¿Según nuestras ideas y proyectos? ¿O pensamos hacerlo como lo hizo María, la Madre de Dios? ¿Guardando todas las cosas que nos suceden en el corazón y poniéndolas en Manos del Señor, nuestro Dios?

Nuestra felicidad dependerá de eso, de que queramos encontrarla solo y con el poder de lo que nos ofrece el mundo, o abandonados humildemente, sencillamente, dócilmente en Manos del Señor. María, que nos puede acompañar y servir de guía, lo hizo así, con humildad, con sencillez y confiada en el Señor y, a pesar de no entender muchas cosas, las meditaba y las guardaba en su corazón. Sabía y tenía presente siempre al Señor en su vida, junto a José y al Niño Dios.

También así quiero yo empezar y recorrer este año y así se lo pido a nuestro Padre Dios. Aprovechándome de su invitación a pedir y recibiréis, quiero Padre Santo, pedirte para que no deje ni un día de estar a tu lado este nuevo año que empieza y a que cada instante de este nuevo año tu presencia en mi vida sea la que me oriente y me guíe. Te doy las gracias de antemano, porque sé que Tú me escuchas y me das lo que mejor y más me conviene. Amén.




martes, 24 de diciembre de 2019

FELIZ NAVIDAD

Dios es Amor y el Amor se encarna en Naturaleza humana por Amor, para hacer de nuestra naturaleza humana, limitada y pecadora, una naturaleza divina. Es decir para divinizarnos como Él. Precisamente, ese fue el pecado del hombre y la mujer, querer ser como Dios sin contar con Él, es decir, por sus propias fuerzas. Hoy, 2019 años después muchos seguimos erre que erre, sin escucharle y dándole la espalda. Queremos amar, pero en lugar de amar a los demás nos enroscamos en amarnos a nosotros mismos. Ese pecado se llama egoísmo y amenaza con destruirnos.

En la misma medida que tratemos de amar, en esa misma medida estaremos pareciéndonos a Dios. En la medida que seamos amor ágape, estaremos divinizándonos por la Gracia de Dios. Por eso necesitamos abrirnos a su nacimiento, a su venida y a su encarnación. Dios, entra en mi corazón endurecido y egoísta y transformarlo en un corazón manso, generoso y amoroso como el Tuyo.

En la medida de que nuestros esfuerzos vayan en esa línea y dejemos entrar la Gracia de Dios en nuestros corazones, estaremos haciendo Navidad. Porque, Navidad es dejar que Dios acampe dentro de mí y se haga un hueco en el humilde pesebre de mi corazón. Por eso, tengo que acondicionar mi corazón con el calor de la humildad y de la pobreza de espíritu. 

FELIZ NAVIDAD

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