Dios ha creado un
mundo maravilloso y en él ha puesto a sus criaturas, el hombre y la mujer, que
se asemejan a Él. Y los ha creado para que sean felices, eternamente felices
tras pasar por la prueba del mundo. Una prueba que ha sido salvada y limpiada
por su Hijo, enviado para eso, para, dando su Vida, rescatarnos del pecado que
hemos heredado de la soberbia de nuestros primeros padres.
Nacemos con una
naturaleza humana manchada y sometida a la esclavitud del pecado. En la medida
que crecemos también crece nuestra soberbia, arrogancia, suficiencia, envidia,
concupiscencia, ambición, deseos impuros y egoístas, la mentira…etc.
Pero también crece
la honestidad, el gusto por el bien, el deseo de la verdad, la solidaridad, la
compasión, la justicia y, sobre todo, el amor fraterno. La lucha está
establecida entre unos deseos y otros, y solo vencerán los que sentimos y
experimentamos como buenos con la ayuda del Espíritu Santo, que para eso lo
recibimos en nuestro bautismo.
Dios no se puede
contradecir. Ha creado el mundo y el mundo es bueno. No puedo borrarlo y
hacerlo de nuevo. Dios no se equivoca. Todo lo creado hasta ahora es para
siempre. Dios no se contradice. Por tanto, nos ha creado para que seamos felices
para siempre, pero ha dejado esa elección en nuestra manos. Antes ha enviado a
su Hijo para anunciarnos y enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida. Los que
han precedido responderán a lo vivido de acuerdo con la verdad sellada en sus
corazones, pero los que hemos conocido el Anuncio – la Buena Noticia – y la
Palabra de Jesús tendremos que decidir que camino tomar: Camino de Verdad y
Vida o camino de muerte y perdición. Esa es la lección que nos jugamos.
El tiempo que tenemos es nuestra propia vida durante este mundo. ¿Sabemos lo que nos jugamos? La felicidad o la condenación eternas. Y Dios si lo ha decidido así es porque es así. No lo cambiará, porque Él nunca se equivoca. Eso sí, nosotros podemos equivocarnos y la Misericordia de Dios es Infinita y nos perdona. Pero, recuerda que el perdón necesita arrepentimiento, dolor de corazón y propósito de la enmienda. No es un juego ni un relajo vivir pensando que Dios como es bueno nos perdonará siempre. Dependerá de tu seriedad y de tu verdadero dolor y enmienda. Siempre que haya verdadero arrepentimiento y deseos de no pecar más, la Misericordia de Dios estará presente. Porque, Jesús, el Hijo de nuestro Padre Dios, ha venido a salvarnos, pero a los que quieren y se dejan salvar. A los que creen en Él.