domingo, 30 de junio de 2013

CUANDO LAS COSAS SE ESCONDEN



Hay momentos importantes en la vida de cada persona que revelan la personalidad y el grado de credibilidad que esas personas merecen y se hacen acreedoras a ello. Son esos momentos, en los que por esconder la verdad, se hace demagogia y se camina de forma tangencial queriendo decir lo que realmente no es de forma demagógica y falseada.

No se quiere mentir, pero se miente ante el miedo de quedar descubierto. No se asume la responsabilidad y se entra en una espiral de caminar por el filo de la navaja, inclinado a no cortarte aunque lleves la sangre del corte escondida bajo el algodón de la demagogia y la mentira. Así, se envían cartas y comunicados donde se comunican nuevos cambios de dirección y quiebras económicas que, más que comunicados, son noticias presentadas como de buena gestión y de salvamentos heroicos por y para la buena labor.

Se habla de deudas como cosa no muy relevante, pues otros son los problemas más acuciantes. Sin embargo, no se dice que la causa de no poder gestionar y atender los compromisos adquiridos y de servicio es por la deuda. Se esconde la deuda y en su lugar se pone la inseguridad del servicio. ¿Es qué si no hubiese deuda habría problemas con el servicio? Podemos observar cómo se pueden hacer muchos giros y tratar de despistar a los clientes como si nada hubiese sucedido. Se esconde y disfraza la mentira hasta el punto que parece una verdad. Y es más, se toma a los dirigidos como idiotas o incapaces de discernir lo que ha sucedido.

Se reconoce y considera la situación grave, pero no se habla ni se reconoce la responsabilidad de los que nombrados como gestores permiten que eso suceda. Al parecer tratan de decirnos que la deuda era inevitable y nada se ha podido hacer. Todo termina con pasarse la responsabilidad de unos a otros y ofrecernos como una solución óptima y de brillante gestión la alternativa de otros gestores, que asumiendo una inversión fuerte que salde la deuda, problema al parecer no el más importante, ponga en funcionamiento de nuevo el servicio de la empresa.

Todo queda bien, pero quien observa, digiere e interpreta se queda impotente y con la sensación de que las cosas no se hacen bien, ni tampoco se asumen, ni se dicen. Pagan siempre los mismos, los clientes, y la confianza y la credibilidad de los gestores queda por los suelos. Luego, llegado el momento piden nuestra confianza, y vuelven de nuevo a mentir. ¿Hasta cuándo soportaremos tanta irresponsabilidad?

sábado, 15 de junio de 2013

EL MOMENTO NOS LLEGA A TODOS



Estamos convencido de eso, nos llega el momento, o la oportunidad. Todos esperamos una oportunidad en nuestra vida, pero ocurre que quizás muchos no la advertimos o nos pasa por delante sin apenas notarlo. Es algo parecido a algún temblor, que para unos tuvo notoriedad y lo sintieron, y para otros no fue sino una noticia que advirtieron por el boca a boca de algunos amigos.

Las cosas se suceden en nuestra vida, pero muchas no son advertidas. Creo que en eso todos coincidimos. Sin embargo por eso no dejamos de tener nuestro momento, pero la cuestión es aprovecharlo. Y de eso se trata en esta nueva reflexión. ¿Cuál es el verdadero sentido de la vida?

Porque aprovechar, aprovechar, se puede muchas cosas, pero lo verdaderamente importante cuesta y se hace más difícil de descubrirlo y discernir su valor. Hay dos características que suelen, en mi humilde opinión, ustedes podrán ofrecer más, ser claves para estos momentos. Primero, que esa oportunidad tenga el valor de ser auténtica, verdadera. Es decir, que esté apoyada en la verdad y sea para nuestro bien. Un bien en verdad será algo que nos hará y vendrá muy bien.

Y segundo, que ese bien en verdad se prolongue en la eternidad. Porque buscar algo que tenga sus días contados, será una oportunidad fallida y, a pesar de ser buena, será caduca y finita. Eso no nos llena plenamente. Por lo tanto, habrá que seguir buscando.

martes, 11 de junio de 2013

DIOS Y EL MUNDO



Será difícil compartir a Dios. O se está con y en Él, o se está con el demonio. No podemos tener una vela encendida a Dios y otra al diablo. Sabemos que queremos decir cuando usamos esta expresión, pero no sabemos muy bien cual debe ser nuestra conducta ante el camino de nuestra vida.

No hay ninguna duda que para hacer la Voluntad de Dios debemos desapegarnos de todo aquello que nos impida cumplirla y vivirla. Jesús es el referente principal y perfecto que nos ilumina y nos da la ruta por la que podemos y debemos caminar. Y desapegarnos es vaciarnos de nuestras apetencias y egoísmos para que esos espacios en mi corazón sean ocupados solo por Dios.

Porque si no le dejamos lugar al Señor, al final terminará arrinconado, desplazado y ocupando un pequeño espacio reducido de pocas horas de culto y nada más. Y el tiempo principal estará dedicado a nosotros, a nuestros proyectos e intereses. Así, nos encontraremos saciados, satisfechos, hartos, cómodos, alegres y felices, pero no seremos Bienaventurados como el Señor nos ha prometido.

Posiblemente recibiremos una bendición diferente, de otro que bendice pero engaña, porque bendice el egoísmo y el mal. Porque bendice y nos ofrece el mundo y sus placeres, y el olvido de los que lo pasan mal. Nos invita a conseguir poder, riquezas, y a someter a los que no satisfacen nuestros gustos y caprichos. 

Son los que se consideran suficientes y dueños de su propio destino; son los que no necesitan alimento para el camino porque ellos solos se bastan. Son los que rechazan a Dios y se sienten poderosos y ricos. Son los necios,  ignorantes y ciegos que no ven que lo que atesoran son tesoros caducos, donde el orín y la polilla los corroen y los transforma en basura.

Vaciarnos de todo, para llenarnos de Dios es el camino. Y, ¡claro!, eso implica hambre, sed, sufrimiento, persecuciones, llanto y... pero esconde la verdadera felicidad a la que estamos llamados.


viernes, 7 de junio de 2013

EL CAMINO DE LA LEALTAD.



Sí, se trata de ser leal, fiel y seguir por el camino recto. No se puede entender de otra manera. Seguir el camino que uno proyecta según sus intereses es lo que hacemos todos, pero seguir el camino de Dios, es seguir el camino de Dios, no el tuyo. De eso se trata, de ser fiel.

Ocurre lo mismo en el matrimonio. Es el sí sincero, verdadero, leal y fiel dado a una persona, y recibido de esa persona el mismo compromiso. Es la palabra y responsabilidad mutua entre dos personas que se comprometen a vivir una vida juntos delante de Dios. No se trata de tradición, ni de leyes, ni de jurisprudencia. Esos serán otros contratos. Se trata de la palabra dada a Dios entre los cónyuge, que se prometen ser fieles para siempre. Es cosa de dos.

Pronto nos damos cuenta que no somos capaces de respetar, cumplir y ser leales a nuestra palabra. Estamos atados a muchas cuerdas que tiran de nosotros: pasiones, egoísmos, soberbia... Pero, ¿a quién hemos dado nuestra palabra? ¿Delante de quién nos hemos comprometido?

 No es un cualquiera, ni siquiera alguien que quiere, pero no puede... No, se trata de Dios, dueño y Señor de todo lo creado. Padre amoroso que nos ama hasta entregar a su Hijo por nosotros. Dios que todo lo ha cumplido en la plenitud de los tiempos en su Hijo Jesús. Dios esperanza de felicidad y vida eterna para todos nosotros. ¿Y no creemos que mantendrá su Palabra y nos ayudará y fortalecerá en todos los días de nuestra vida para superar barreras y obstáculos que haga fecundo nuestro amor?

Seamos sinceros y preguntémonos: ¿cual es la medida de nuestra fe? No estamos cerca por saber la respuesta y conocer y aceptar el Mandamiento supremo y principal. Necesitamos dar el paso de vivirlo y de liberarnos de tantas maromas que nos atan al muelle de nuestra vida para ser capaces de amar a Dios y, en Él, conseguir amar a los demás, principalmente a nuestro cónyuge.

martes, 4 de junio de 2013

PECADORES Y CORRUPTOS



A menos que no tengamos cuidado, la ambición y el poder nos esclavizan y se apoderan de nosotros. Y es que cuando perdemos algo que nos importa, pronto experimentamos el lugar de nuestras prioridades. Es entonces cuando nuestra jerarquía de valores queda al descubierto, y conviene que así sea, porque eso nos ayuda a crecer y a descubrirnos ante el Señor.

Se nota cuando algo que hemos perdido tiene valor para nosotros, y esa experiencia nos descubre que Dios no es tan importante como creíamos. Eso nos debe ayudar a sabernos pecadores, pero a no seguir hacia delante porque el terreno que pisamos es muy peligroso. Jesús nos habla de un Padre misericordioso que nos perdona hasta los más imperdonable. Pero ese perdón necesita de una actitud por nuestra parte que lo pida y lo acepte humildemente. Y esa es la mejor opción y la esperanza de sabernos queridos y perdonados por nuestro Padre Dios.

No es el caso del corrupto, que se engríe en el dinero y el poder y rechaza, hasta excluir y desafiar, al Señor expulsándolo de su vida. Bien y claro lo ha dicho el Papa Francisco en su homilía sobre la parábola de la Viña. Somos pecadores y necesitamos el perdón y la misericordia del Señor que se nos ofrece por su gran Amor. Pero otra cosa muy diferente es rechazarlo y apegarse a las cosas de este mundo.


sábado, 1 de junio de 2013

YO SOY CREYENTE CATÓLICO

Y por eso te sugiero que al navegar por Internet utilices este navegador. No quiero decir más, sino que me parece importante unir nuestros esfuerzos para proclamar al mundo la necesidad de amarnos como Jesús nos ama.


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