jueves, 7 de agosto de 2008

AL CRISTIANO SE LE TIENE QUE NOTAR (I)





Muchas de nuestras controversias y penas están fundamentadas en nuestra propia pobreza testimonial. A menudo nos lamentamos o nos culpamos de nuestros malos testimonios. Reconocemos que llevamos un gran tesoro en vasijas de barro. Somos limitados, cargados de defectos, de apetencias, de egoísmos... etc. ¡Cuantos desearíamos ser mejores y dar un mejor testimonio! Quizá nuestro mejor testimonio es que, a pesar de no dar la talla, seguimos perseverando porque, ¿a donde iremos, SEÑOR, sólo TÚ tienes Palabra de vida eterna?

Consecuencia de todo esto es la necesidad de acercarnos ininterrumpidamente a los medios que el SEÑOR nos ha dejado, por medio de su Santa Iglesia, los Sacramentos, para potenciarnos y contar con su Gracia para irnos perfeccionándonos en nuestro peregrinar hacia ÉL. Cuanto más cerca se está de ÉL, más necesitamos de ÉL. La Eucaristía, su Cuerpo y Sangre, es el alimento que no nos puede faltar y si podemos comerlo diariamente mejor que mejor.

Nuestro testimonio está en testimoniar, valga la redundancia, la necesidad de purificación de nuestras imperfecciones, pecados, apegos, codicias, vanidades, egoísmos... etc. No los que vamos y nos acercamos somos mejores que los que no van, sino que nos hemos dado cuenta que necesitamos ir para ser mejores. Porque en eso, en ser mejores, radica nuestra plena felicidad. ¿Quien no ha sentido una inmensa satisfacción cuando ha hecho algo que sabe que es bueno?

El testimonio de Eduardo Verástegui debemos recibirlo y acogerlo desde esta perpectiva. Un hermano que ha descubierto que la felicidad plena y eterna no está en la música, ni en los placeres, ni en el dinero, ni en la fama, ni en el amor concuspiscente, ni en nada de lo que este mundo te ofrece, sino que está en nuestro PADRE DIOS, al que llegamos a través de nuestro SEÑOR JESUCRISTO. Felicidades Eduardo.

4 comentarios:

Santi dijo...

Gracias Salvador

Salvador Pérez Alayón dijo...

Gracias a ti, Santi, por tener la amabilidad y paciencia por leerlo. Que el SEÑOR los bendiga.

JORGE dijo...

Apreciado en Cristo Salvador,

Llegué aquí dando saltos de un blog a otro, todos muy buenos como el tuyo.

Creo que todos sabemos que nos conviene dejar que el Señor tome las riendas de nuestra vida, pero a pesar de que lo sabemos, nuestra poca fe (más pequeña que un grano de mostaza) hace que creamos más en nosotros que en quien nos creó, y allí es donde fallamos, y allí es donde ya no se nos nota.

Pues seguir a Cristo es una decisión, y tiene que notarse. Gracias por tu post, muy edificante.

Permíteme decirte que a tí... Sí se te nota (y a tu blog también).

Gracias y bendiciones,

Salvador Pérez Alayón dijo...

Gracias Jorge, tu comentario me hace sentirme instrumento del SEÑOR y me aníma a impulsos del ESPÍRITU SANTO a seguir su camino. He tardado en contestarte porque estoy en la playa y allí no tengo Internet. Veré tu blog con tranquilidad, que me parece muy profundo e interesante, y te responderé. Un abrazo en CRISTO.

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