viernes, 5 de mayo de 2023

¿POR QUÉ LA IGLESIA DE JESÚS ES PERSEGUIDA?

No debe extrañarnos que la Iglesia fundada por Jesús de Nazaret sea perseguida. La más perseguida si no la única. No conozco a ninguna, por lo menos en la intensidad y universalidad con la que es perseguida a ninguna otra iglesia, congregación o secta. Y digo que no debe extrañarnos porque Él nos lo dijo: (Mt 10, 22): Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.

Esa es la advertencia, no hay engaño, estamos avisado. Y porque lo sabemos lo aceptamos, lo acogemos y lo sufrimos con paciencia hasta la muerte. Una muerte que es descanso y puerta para la gloria. Está claro que la Iglesia nunca cesará de seguir su camino. Camino que le señalo su fundador, nuestro Señor Jesús. Porque, Iglesia eres tú y soy yo, y mientras haya un tú o un yo la Iglesia estará siempre viva. Nunca dejará de existir.

Muchos más que no saberlo ignoran esa persecución de cada día. Quizás la nuestra, me refiero a nuestra situación, no es una persecución violenta pero sí de indiferencia, de mirar para otro lado, de degradarla e ignorarla y hasta ridiculizarla. E incluso en estos últimos tiempos tratan de excluirla con la intención de encerrarla en su propia sacristía.

Pero, añadido a eso, en otros lugares hay una persecución violenta y extrema hasta llegar a la muerte. No hay que extenderse mucho ni insistir demasiado para darnos cuenta de la realidad de esa persecución. Hay muchos testimonios que lo reflejan de manera clara y meridiana, estos son algunos entre muchos: Devanjalie y Pringantha; Francisco Faustino, "Chico", padre de familia, Mozambique; María, Nicaragua; Janada Marcus, 22 años, Nigeria y muchos más testimonios que.pueden ver en la revista: https://bit.ly/417HxUS

La Iglesia nace perseguida, pues Jesús fue perseguido y rechazado desde su nacimiento. Y es que todavía siguen creyendo en un Dios invisible sin aceptar que ese Dios se hizo Hombre y habitó entre nosotros. Y nos anunció su Amor Misericordioso mostrándonos el verdadero rostro de Dios.

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