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Surgió de repente. Empecé sin saber a donde iba a llegar, pero salía como respuesta a la revisión de los procesos de Iniciación Cristiana. Lo había leído y me sentía descorazonado. Llevo unos nueve años dando catequesis prebautismal y tambien, en ese tiempo, a algunos adultos y los síntomas son muchos de los que se refieren en esa revisión que queremos iniciar y hacer.
Me voy a ceñir a mi experiencia. La gente llega, salvo algún caso aislado, por costumbre, por mimetismo, porque casi todos lo hacen, por tradición. No hay ninguna motivación sería. Falta la inquietud que impulse a buscar respuesta a los interrogantes que debe plantearte la vida. Porque muchos ni llegan a plantearselos. Viven desencarnados como rebaño sin pastor. Van para aquí o para allá según los empujen y sometidos a las ofertas del mundo.
No descubren la enfermedad y, por lo tanto, no necesitan médico. Yo la doy de esta manera. Creo que lo sencillo y fundamental es tratar de descubrir desde tu propia vivencia que Jesús Vive, y eso significa que ha Resucitado y te ofrece también a ti la Vida. Descubrir eso es lo fundamental para luego seguir un proceso catequetico de crecimiento en la propia vida.
El hombre busca ser Feliz y Eterno. Pero el mundo, a pesar de todo lo que le ofrece no le da esa felicidad plena. A parte todo eso que el mundo te pueda dar lo pierdes: enfermedad, muerte, vejez...ect. Vives en la caducidad de todas las cosas que, al no ser plenas, pierden su sentido de gozo. Luego, ¿qué hacer? ¿Dónde ir? ¿Resignarse y esperar que venga la muerte?
Jesús es la respuesta. Te ofrece esa Felicidad y Eternidad. La clave es el Amor. Un Amor que Él te está dando y te enseñará a amar. Para eso tienes que seguirlo. Y el seguimiento es la catequesis de tu propia vida. Se explica en treinta minutos o menos. Pero luego, quienes lo descubran y estén dispuestos le seguiran toda su vida, y es entonces cuando los procesos y crecimiento tendrán sus frutos. Pero mientras la misma vida no le toque el corazón y busquen, será igual todo el tiempo y métodos que empleemos.
Sin embargo, siempre renace la esperanza de proclamar y de seguir adelante. Responderán aquellos que abran su corazón y estén dispuestos a escuchar la Palabra y a llevarla a sus vidas.
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