El eros sin el ágape es un amor romántico, muy amenudo pasional hasta la violencia. Esto no es una frase, sino una realidad que podemos constatar muy amenudo en nuestra sociedad. Los frecuentes malos tratos y muertes entre las parejas y matrimonios nos descubren esta triste realidad.
El amor, entendido así, se convierte en un amor de conquista, de intereses, de pasiones y placeres que reduce al otro a un simple objeto de intercambio y de fuente de placer y satisfacciones, ignorando toda dimensión de sacrificio, de entrega, de servicio, de fidelidad y donación. Ese es el problema, que subyace en la raíz de la propia educación. Es ahí donde hay que profundizar y en donde se tiene que poner el énfasis.
No se arreglan con manifestaciones, leyes y castigos, sino en la atención a la familia desde la más profunda realidad de su unidad educativa y testimonial. Mientras los progenitores no entiendan que el amor no es sólo eros ni tampoco sólo ágape, sino una realidad que integra la atracción física y pasional (eros) con la entrega, servicio, fidelidad y compromiso responsable (ágape), no se adelanta ni se da un paso hacia adelante. Así de claro.
Toda justificación se reduce a un problema de autotraición, de autoengaño, (ver aquí) porque mientras cada uno se busque a sí mismo, cada uno luchará por sí mismo y, al amor, lo sustituirá el enfrentamiento y la lucha. En muchos casos, aparte de las separaciones y del sufrimiento y daño a los hijos, violencias, malos tratos y muertes.
Es, pues, cuestión de amar, pero un amor entendido como "pasión y compromiso responsable". Un amor que ama hasta la muerte; un amor que antepone su fidelidad y su compromiso a su amor propio y soberbio, a su amor egoísta y personal. Un amor que es amor cuando es capaz de darse y sufrir por el bien del otro. Y, es en ese amor, donde está la única y eterna felicidad que tanto se busca.
Porque cambiando, buscándote y deseándote sólo consigues eso, lo que realmente estamos viendo, y nadie nos puede decir lo contrario: "Violencia, malos tratos, enfrentamientos, odios, luchas y muertes". A las noticias nos remitimos. No es, por lo tanto, un problema de derechos, ni de machismo, ni de la sociedad. Es un problema del hombre y la mujer que se buscan en su propia verdad: su humanidad limitada y egoísta, olvidándose de que la verdadera felicidad está en dar más que en recibir. Claro, buscar eso sólo es una utopía, porque estamos hechos para amar integramente (eros y ágape) y, si estamos hechos, hay que buscarlo en Aquel que nos ha hecho.
1 comentario:
El ojo que se ve a sí mismo, queda ciego. El ojo está hecho para salir de sí.
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