domingo, 4 de enero de 2009

La solidaridad humana.


El principio de solidaridad, expresado también con el nombre de "amistad" o "caridad social", es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana. El término solidaridad no es una caridad laica (secularizada). No nos viene desde el hombre sino que tiene un origen Divino. DIOS se ha hecho solidario con el hombre: "cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿que es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?

La solidaridad, sinónimo de caridad - amistad está fundamentada, Pío XII, en el origen común e igualdad de naturaleza humana que tienen todos los hombres, y en la Redención con la que CRISTO nos ha redimido en la Cruz. ¿Quién es el hombre para que DIOS se entregue en su HIJO en ese plan de rescate? Mucho tendrá que valer y representar para DIOS hasta el punto de darse en carne de muerte por amor. Ese hecho dignifica a todo hombre y le confiere su dignidad y valía.

Por lo tanto, solidaridad no es un término nacido de naturaleza humana, sino de origen Divino que se fundamenta en esos dos principios arriba citado. No se puede agregar tal término sin un fundamento que lo sostenga y explique, pues el hombre por el hombre fuera de ese contexto que lo sostiene y da razón no se mantiene por si mismo.


Y tal es así que las fatigas, miserias y padecimientos que los hombres padecen están causadas por los mismos hombres, es decir, sus hermanos que enarbolan el término solidaridad, pero practican los términos egoísmo, indiferencia, insolidaridad, posesivo y desigualdad. Nuestro SEÑOR JESÚS vino precisamente a sentar esas bases en las Bienaventuranzas y en la consideración de igualar a todos los hombres en dignidad.

La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de bienes y la remuneración del trabajo. Supone también el esfuerzo en favor de un orden social más justo en el que las tensiones puedan ser mejor resueltas, y donde los conflictos encuentren más fácilmente su salida negociada.

Los problemas socio-económicos sólo pueden ser resueltos con la ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre si, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los pueblos. La solidaridad internacional es una exigencia del orden moral. En buena medida, la paz del mundo depende de ella.
Puede parecerme que si mi bienestar lo comparto, se hace más pequeño y, por lo tanto, decrece. Sin embargo, a corto plazo lo que puede parecer una pérdida se convierte en ganancia, pues el egoísmo se traduce en trasplantar los problemas desde su origen al lugar donde hay bienes para abastecerse. Así se producen los movimientos migratorios que originan problemas de concentración y saturación que implican y alcanzan a todos.

Comprobamos que el pecado original está en el hombre, no en las clases sociales. En las primeras guerras los Estados no tenían ningún Ministerio de sanidad, ni instituciones de educación. Es la Iglesia quién se encarga de ordenar y constituir esto. Es el Papa Bonifacio VIII quién crea la primera Universidad. En la actualidad es la Iglesia quién estructura frentes de plantificación familiar, acogida y apoyo a las familias. La Iglesia que comparte no sólo los bienes materiales, sino también los espirituales.

Hoy, siglo XXI, un 50% más de personas acudieron a Cáritas en 2008 para pagar casa o comida. Por primera vez piden ayuda familias jóvenes con hijos pequeños y mujeres solas. La crisis económica está arrastrando a muchas familias de la vulnerabilidad a la pobreza. La situación es tan acuciante que también se están detectando, en el 80% de las Cáritas diocesanas un incremento del subarriendo de habitaciones en condiciones abusivas y de hacinamiento; empleos cada vez en condiciones más precarias, y empeoramientos de las relaciones familiares debido a la depresión y la ansiedad.

La debacle financiera también está teniendo un impacto muy fuerte sobre los recursos económicos. Cáritas ya han agotado todos sus fondos previstos. ¿Qué hace el Gobierno? ¿Dónde está la solidaridad? ¿Quién le da sentido a ese término? ¿Qué lugar ocupa la persona y dónde está su dignidad? Igual que se está destinando ingentes cantidades de dinero para reflotar a los Bancos y Municipios para obras públicas, ¿por qué no se pone un plan para ayudar a los más desfavorecidos? ¿Se deja eso para que se encargue la Iglesia? ¿Como se puede luego hablar de solidaridad?

Y no debemos permanecer impávidos ante tal situación. Debemos apoyarnos y proclamar el derecho digno del hombre a ser tratado como tal. Es el momento de reflexionar y pasar a la acción con nuestro voto que determina a los gobernantes que estén dispuesto a servir y repartir los dones que DIOS ha regalado para que los hombres distribuyan con equidad.
En este año que empieza unamos en una plegaria común por la solución de estos problemas y para que sepamos pedir sabiduría y fortaleza, llenos de paz, en trabajar lo que podamos en aras de inclinar la balanza en beneficio de la justicia y la caridad entre todos, especialmente, los más desfavorecidos.

7 comentarios:

icue dijo...

Magnifica reflexión la tuya, totalmemte de acuerdo con ella, si se aplicara esa solidaridad que tanto necesita la sociedad hoy dia, las cosa marchariuan de otra forma.
Aprendamos esta lección que hoy traes a tu cátedra.Un abrazo

Makeka Barría dijo...

Totalmente de acuerdo con ICUE.
Si adoptáramos la solidaridad como bien diario otro gallo cantaría.
Un abrazo.

Salvador Pérez Alayón dijo...

Ese es la clave. Sólo se necesita una cosa: "conversión", decirle SÍ a JESUCRISTO, y los problemas irían desapareciendo sin darnos cuenta. Pero, primero, como tú dices, se necesita morir a mis egoísmo y cambiar yo primero.
Un fuerte abrazo amigo ICUE.

Gracias María Angélica, la solidaridad es lo que nos mandó el SEÑOR: "AMAOS LOS UNOS...", ¡todo sería tan sencillo de esa forma!, pero, primero, como dice ICUE, hay que empezar a ser solidario yo.
Un fuerte y cariñoso abrazo.

lichazul dijo...

amar al prójimo como así mismo
eso quería decir:-)

Salvador Pérez Alayón dijo...

Gracias Elisa y seas bienvenida con tus comentarios que, a buen seguro, nos enriqueserán. ¡Te imaginas lo que significa buscar el bien del otro! Sólo esforzárnos en eso solucionaría todos los problemas en los que estamos inmersos. Ahora mismo, la horrible guerra entre palestinos e isrelies. Debemos esforzárnos en ponerlo en práctica y rezar mucho para poder hacerlo.
Un abrazo en CRISTO y seas bienvendia a este mi humilde blog, que desde hoy es también el tuyo.

Susana Vera-Cruz dijo...

Estimado Salvador:
Te invito a http://www.pensamientosenelagua.blogspot.com/ para que leas el MANIFESTO POR LA SOLIDARIDAD
y asì todos unidos en una sola voz hagamos un mundo màs justo, para los màs pobres ayudando a difundirlo a otros blogs amigos.

Se encuentra en varios idiomas.

Todos mis cariños desde Santiago de Chile

Susana-Agualuna

Salvador Pérez Alayón dijo...

Gracias Susana, indudablemente tenemos que solidarizarnos con los demás, no sólo porque nos necesitan,sino porque también le necesitamos nosotros a ellos. Mira, la felicidad no se alcanza sino cuando nos sabemos queridos y protegidos por otros. Yo soy feliz en la medida que sé que tu velas, me proteges y me quieres. Y tu serás feliz en la medida que otros te protegen y te quieren. Todos nos necesitamos. Estamos entrelazados y por eso necesitamos amarnos y entregarnos. Bien lo sabe el SEÑOR que nos ha creado y así lo ha hecho, por eso nos dejó dicho: "amasen los unos a los otros como YO los he amado".
Y estamos hecho para eso. En mi blog tengo puesto un manifiesto y agregaré tu manifiesto, pero no encuentro el enlace, sino el de tu blog en general. ¿Me lo puedes facilitar?
Un fuerte abrazo.

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