viernes, 30 de octubre de 2009

CONTRA LA MUERTE, LA VIDA.


Es lo lógico y natural, nadie quiere la muerte ni debe ser divertido jugar con ella, y menos disfrutar celebrándola sin ninguna esperanza y sólo por el hecho de celebrarla. Es algo que no tiene sentido y que sus orígenes paganos la descubre como unas fiestas nacidas de la desesperanza y el hedonismo.

Lo deseable, intrínsecamente unido a la propia naturaleza del hombre, es querer la vida, la hermosa vida que se nos ha dado, y anhelarla eternamente. Desde ese, en lo más profundo del corazón del hombre, celebrar la fiesta de la vida es lo más coherente y natural.

Y los cristianos no podemos obviar esta realidad, porque es lo que todos los hombres buscan, de una u otra forma, buscan la vida y perpetuarse en ella. Porque sólo así la vida es bella y tiene sentido. No cabe en ninguna cabeza celebrar muerte y finitud, porque lo que no es eterno no puede ser felicidad, a lo más placer efímero que se diluye como el azúcar en el agua.

Por lo tanto, los cristianos debemos elevar nuestras voces contra esta cultura de muerte que no quieren introducir y que celebremos, y, por lo contrario, clamar y proclamar nuestra esperanza y fiestas que inmediatamente celebramos: "La celebridad de todos los Santos", esto es, el triunfo de la vida sobre la muerte. La esperanza de alcanzar la plena felicidad eternamente en la gozosa presencia de PADRE Creador.

1 comentario:

Fernando dijo...

Por la vida hasta el final de nuestras fuerzas. Nosotros perdimos a nuestro sexto hijo al tercer mes de gestación y todavía, después de más de cuarenta años, rezamos por él.

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