Es espeluznante ver lo que está pasando con la vida de las personas. En principio ya no nos llama la atención que se maten seres humanos. Los periódicos están llenos de noticias cada día sobre muertes por homicidios, abortos, experimentos y otros que acaban con la vida humana sin que eso nos impacte ni nos preocupe demasiado. Lo más sería lamentarnos un poco y al rato ya ni nos acordamos. Estamos acostumbrados a leerlos todos los días y no nos impresiona. Se ha hecho rutina y costumbre.
La ley de Fertilización Humana y Embriología, terminada su tramitación en la Cámara de los Lores, está esperando su introducción en la de los Comunes. Parece que se convertirá en ley en verano. Es un proyecto enormemente controvertido, nos dice Lord David Alton, sobre la lucha por la vida en Gran Bretaña. Propone permitir a los científicos crear embriones híbridos de humano y animal con fines de investigación. También incluye el diagnóstico preimplantatorio para seleccionar bebés medicamento, que donen tejidos a un hermano enfermo. Esos niños sabrán que han sido creados como medios, no como fines en sí mismos. Me da miedo pensar que yo pudiera ser uno de esos niños. Hoy no sabría, si todavía no hubiese venido al mundo, sí podré tener la posibilidad de nacer, o me lo impedirán por medios médicos o científicos. ¿Donde está mi libertad?
¿Que mundo nos están fabricando nuestros gobernantes? ¿Es que estamos ciegos o somos condescendientes con ellos? Es contradictorio que se alcen tantas voces en defensa de los derechos de las mujeres y, por el contrario, se maten tanto niños que nacen en sus vientres. Esto no tiene ni pies, ni cabeza. Que tire la primera piedra quien pueda afirmar con total seguridad que no hay una persona humana desde el momento de su concepción.
El proyecto también cambia el rol paterno en el contexto de la fecundación in vitro, eliminando la obligación que tienen las clínicas de valorar la necesidad del niño de tener un padre. Es decir, ahora vamos contra la naturaleza. Donde están los ecologistas, los naturalistas, las personas libres. Toda criatura necesita de unos progenitores que les enseñen y acompañen a desarrollarse e integrarse en el medio para el cual han nacido. Necesitan saber que han sido la consecuencia del amor entre sus padres y que ellos darán sus vidas por su vida. Esto es ley natural, muy anterior al primer hombre en la tierra. Está impresa en nuestros corazones y nos ha sido dada por el Creador. Nadie la puede borrar e idear una nueva forma de vivir y desarrollarse. Es algo inherente a nuestra naturaleza de persona y no puede ser cambiado. ¿A donde vamos?
También perpetúa la no obligatoriedad de hacer constar en la partida de nacimiento si los niños han sido concebidos con gametos donados. A los 18 años, podrían averiguar quiénes son sus padres biológicos, pero al no constar en la partida cómo fueron concebidos, pueden que nunca se enteren ni los busquen. Nos proponemos formar las generaciones futuras sin antecedentes familiares; sin ninguna raíz de su procedencia, ni de qué o por qué fueron creados. ¡Vamos, como gallinas en una granja! Y es que nos dirigimos a nacer en algo parecido a los granjas avícolas, y más adelante nos harán poner huevos sin descanso.
El proyecto incluso prevé la posibilidad de inscribir a dos mujeres en la partida. Cuando la criatura tenga uso de razón no entenderá como fue creado, de donde viene, sus padres son iguales: dos mujeres, y no terminará, si aguanta, de preguntarse que sentido tiene su vida. Y es que sin nadie informarle, él sabrá que es una persona y necesita dar sentido a su vida, a su vocación de ser transcendente, a su razón de tener unos padres, a su fin de ser creado, en última causa, por un creador. No se podrá ir contra la naturaleza, porque eso es obra de DIOS, y todo lo que se pretenda dirigir en otro sentido irá a su propia destrucción. El hombre se encontrará envuelto en su propia tela de araña y, sin saber como, terminará por cortar su propio ombligo umbilical y se precipitará al vacío.
Finalmente, las autoridades parlamentarias ha dictaminado que será posible cambia la legislación sobre el aborto mediante enmiendas al proyecto. Los parlamentarios pro-aborto quieren liberalizarla más, y los pro-vida, restringirla. Gran Bretaña se enfrenta a la mayor batalla por la vida de los últimos 40 años.
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