Nunca podrán esconder la verdad, porque la vida es un derecho que nadie puede quitar. Matarán millones y millones de niños, pero la vida siempre será reclamada por cada uno de ellos. Porque son personas que tienen derecho a vivir, vengan como vengan a este mundo.
Tienen derecho a luchar por la vida, y sus padres, responsables, tienen la obligación de acompañarles y luchar junto a ellos. Esa es la verdad y no hay otra. Ahora, como otras obligaciones y derechos que no se cumplen, este se incumple y en ese incumplimiento, valga la redundancia, se cobra la vida de millones de niños inocentes que no pueden defenderse.
Y es que la primera célula que lo constituye le distingue de la madre que lo engendra (ver aquí), y esa diferencia le da derecho, puesto que es una persona única y diferente de su madre, a exigir vida, y vida con todas sus obligaciones y derechos.
No es una mercancía ni un objeto que, según su interés y útilidad, se tira o recoge. Es una persona con las mismas características que aquellos que se adjudican el derecho de excluirlos e impedirles vivir. Aunque sea por unas horas, días o meses.
Porque como seres humanos que son necesitan sentir el calor, el cariño y el amor, si no de sus padres, de los que se interesan y afanan en protegerlo y cuidarlos.
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