Una imagen vale más que mil palabras. En los momentos de desesperación cuando la vida parece volvernos la espalda y todo tornarse oscuridad y desolación, hay un impulso interior que nos ase fuertemente a la esperanza de encontrar una salida. ¡Nunca se pierde la esperanza! Aún, en los momentos más desesperados y crueles, tenemos la esperanza de encontrar una salida.
Y ese pensamiento me lleva a una única forma de entender la vida: "la única que hay"; hay una esperanza de un mundo mejor; hay una esperanza de encontrar justicia a las injusticias; hay una esperanza de que la VERDAD ABSOLUTA lo ilumine todo, y de que sea Lámpara y Luz en nuestro peregrinar hacia un mundo en paz, fraterno y de pleno amor.
Todo, igual que se concatena para el mal, se enlaza para el bien y la Verdad lleva implícita en si misma la liberta. No es la libertad lo que hace al hombre auténtico, Sr. Zapatero, es la Verdad quien hace al hombre libre y, por supuesto, auténtico y digno. Porque libertad no es determinar yo mismo mi verdad, puesto que de ser así no tengo que buscarla, pues ya soy libre: hago lo que creo que es mi verdad y ya está.
LIBERTAD es buscar la Verdad, el bien de todos, el bien común. Ambos conceptos están intrínsecamente implícitos el uno en el otro. Sin Verdad no hay Libertad, y seré libre en la medida que vaya encontrando la Verdad. La vida es un camino de encrucijadas donde nuestra mayor esperanza es encontrar la Verdad de nuestro destino y vocación. Si la verdad del hombre termina en el hombre, ¡ya sabemos a donde nos lleva, a la muerte!
Por eso, señores gobernantes, ¡del color que sean !, vamos tan mal, porque se entiende ser libre en hacer lo que me da la gana: esto me apetece, esto hago, Ahora me interesa abortar, pues quito a un ser indefenso del medio; ahora quiero este capricho, pues a por él; más tarde quiero sentirme mejor, pues al porro o alcohol y... etc. Así se entiende todo lo que está pasando, y, también, que la alegría inmensa de la liberación de Ingrid Betancourt sea festejada, pero y la de las otras 14 personas, también liberadas, ¿quienes son?.
No nos olvidemos que hay muchas más, como Ingrid, que continúan sufriendo y tienen la misma dignidad que yo y que tú. No utilicemos el prestigio humano, sólo humano, para trepar, para situarnos en planos más altos donde se nos vea mejor. No utilicemos nuestra propia ideología para aparentar defender y dignificar al hombre, mientras los dejamos pudrirse, los marginamos y aniquilamos según nos convenga. ¡Seamos solidarios!
Ahora, después de descansar y reponer fuerzas y equilibrio, es el momento de solidarizarse con los hermanos que continúan en el martirio, martirio que, como refleja el vídeo de supervivencia de Ingrid, es valorado después de sufrirlo y experimentarlo. ¡Ellos continúan en ese martirio, Ingrid!, y desde tu atalaya y comprensión no te olvides de ellos.
Esa es una forma de entender el sentimiento que brota de nuestro más intimo ser cuando, desde lo más profundo de nuestro corazón, sale nuestra voz imparable del reconocimiento de dar gracias a DIOS. Dar gracias es sentirnos agradecidos, y sentirnos agradecidos es estar dispuestos a luchar por la concordia, la paz, la libertad y la dignidad de las personas. Pero antes hay un paso muy importante y auténtico: primero tengo yo que hacerme paz, libertad y digno, porque nadie puede dar lo que no tiene.
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