Llevamos la marca light desde siempre, si bien, ha irrumpido hace años, los hombres y mujeres siempre hemos pretendido hacer las cosas con el mínimo esfuerzo. Siempre, como si de algo mágico se tratara estamos buscando rebajas, gangas que nos permitan conseguir el máximo con el mínimo gasto o esfuerzo, da lo mismo.
Y, los creyentes en JESÚS no estamos excluidos de esa tentación. Sin saber como, el Maligno se encarga de ofrecernos esas gangas que, de no estar despiertos y fortalecidos, caemos en sus tentadoras redes que nos embriagan y nos aflojan. Y de ahí a abandonarnos en sus manos queda muy poco, y de eso a dejarlo todo, nada.
Buscamos escapar o cumplir (cumplo y miento) con el mínimo esfuerzo y, sin dejar una vida llena de comodidades, confortable y muy relajada, queremos seguir al SEÑOR y amar al miserable, al conflictivo, al indigente o abandonado y pobre. Es lo de siempre, no queremos perder lo más grande que podemos alcanzar: la felicidad eterna, pero lograrla a precio de ganga, sin abandonar los placeres y diversiones que este mundo nos ofrece. Eso sí, algún sacrificio de vez en cuando, y mirado con lupa, y a vivir con una vela al SEÑOR , pero sin dejar de ponernos a tiro del diablo.
No hay sino un camino, y cada vez que me lo recuerdo a mí mismo tengo que hacer un gran esfuerzo para querer aceptarlo y estar dispuesto a ofrecerme al SEÑOR para, puesto en sus Manos, dejarme llevar por el ESPÍRITU y hacer su Voluntad y no la mía. Es un reto constante y un esfuerzo en querer intentarlo sin lograrlo, pero confiado en su Misericordia y en su Fortaleza que lo podré lograr, pero a base de esto, de lo único a lo que me puedo agarrar:
Y, los creyentes en JESÚS no estamos excluidos de esa tentación. Sin saber como, el Maligno se encarga de ofrecernos esas gangas que, de no estar despiertos y fortalecidos, caemos en sus tentadoras redes que nos embriagan y nos aflojan. Y de ahí a abandonarnos en sus manos queda muy poco, y de eso a dejarlo todo, nada.
Buscamos escapar o cumplir (cumplo y miento) con el mínimo esfuerzo y, sin dejar una vida llena de comodidades, confortable y muy relajada, queremos seguir al SEÑOR y amar al miserable, al conflictivo, al indigente o abandonado y pobre. Es lo de siempre, no queremos perder lo más grande que podemos alcanzar: la felicidad eterna, pero lograrla a precio de ganga, sin abandonar los placeres y diversiones que este mundo nos ofrece. Eso sí, algún sacrificio de vez en cuando, y mirado con lupa, y a vivir con una vela al SEÑOR , pero sin dejar de ponernos a tiro del diablo.
No hay sino un camino, y cada vez que me lo recuerdo a mí mismo tengo que hacer un gran esfuerzo para querer aceptarlo y estar dispuesto a ofrecerme al SEÑOR para, puesto en sus Manos, dejarme llevar por el ESPÍRITU y hacer su Voluntad y no la mía. Es un reto constante y un esfuerzo en querer intentarlo sin lograrlo, pero confiado en su Misericordia y en su Fortaleza que lo podré lograr, pero a base de esto, de lo único a lo que me puedo agarrar:
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