domingo, 18 de julio de 2010

NO SE DEFIENDE SINO SE CONFUNDE


Cuando no hay nada que defender, ni se sabe qué, ni cómo o dónde hay que poner la palabra para hacer ruido se comenten muchos errores, sobre todo si se pretende atacar a la verdad con la mentira. Estamos presenciando como se defienden actitudes antinaturales y perjudiciales para la persona humana con justificaciones que no se sostienen ni razonadamente se pueden entender.

Se ataca, en este caso, a la Iglesia, cuando es la Iglesia la que está sosteniendo a la propia sociedad, puesto que todo aquél que queda a merced del viento y temporal acude a la Iglesia a amainar tal temporal para poder subsistir. Hoy muchas familias están manteniéndose con la ayuda de la Iglesia, y por eso es lógico que cada año la recaudación tributaria a favor de la Iglesia suba. Si, por arte de magia, la Iglesia cerrara sus puertas, el país se vendría abajo.

Por todo ello, es todavía más incomprensible que numerosos medios, por no decir casi todos, se empeñan en menor o mayor medida en atacar a la Iglesia (ver aquí) sin entender que, de alguna manera, se atacan ellos mismos. Porque Iglesia somos todos los bautizados, aunque muchos no practiquen o renieguen a su pertenencia. Al final, posiblemente, quienes le atenderán sera la Iglesia, esas monjitas o seglares voluntarios que se entregan a esas labores.

Para entonces, con estos ataques, que sólo pretende confundir, la familia estará casi al borde de desaparecer, especie a extinguir y a proteger, ¡si se dan cuenta a tiempo!, y, sin familias, todos sus miembros quedan a la intemperie y desprotegidos.

Es incomprensible que, los llamados inteligentes y medios de comunicación, estén, además sin saber nada del tema, tratando de desprestigiar a la Iglesia y tirando piedras sobre su mismo tejado. Sólo se puede entender estas cosas desde la mayor ignorancia y ceguera que les somete y les domina dirigiéndolos contra su propio bien. Son las influencias del Príncipe que ofrece un mundo caduco y vacío que sólo servirá para cabar nuestra propia tumba.

Pero lo peor del caso, sobre todo para sus propios lectores, es que no saben nada al respecto, e ignoran mucho sobre la materia sobre la que quieren opinar y criticar. Primero se tendrían que preparar y luego, posiblemente, preparados no dirían nada porque la verdad no se puede rebatir.

Como todo lo que nos está rodeando y gobernado de alguna forma, viven en la mediocridad soberbia de sus propios egoísmos, y en la suficiencia de creerse en posesión y dueños de la verdad que, por ser limitados y caducos, no pueden alcanzarla porque la Verdad nos sobrepasa y es Infinita, Absoluta, puesto que si no fuera así no sería la Verdad.

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