- Carta semanal del Arzobispo de Burgos. para el
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Siempre estará de moda, entendiendo la moda como una necesidad y un camino de búsqueda y perfección. El hombre necesita a Dios, un Dios Padre que le proporcione el alimento necesario para alcanzar la dicha y el gozo de sentirse plenamente feliz. No hay otra alternativa, el hombre está llamado irremediablemente a a descansar sus deseos de felicidad plena en su Padre Dios.
Pero, más que hablar yo, mi intención hoy es transcribirle lo que ha dicho el Obispo de Burgos, y les dejo con su reflexión:
BURGOS, domingo 19 agosto 2012 (ZENIT.org).-
En medio de un laicismo y un relativismo que afecta a continentes
enteros como Europa, y a pocas semanas para la inauguración de la
Asamblea especial de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, monseñor
Francisco Gil, arzobispo de Burgos, reflexiona sobre este fenómeno
sacando a la luz casos que son un verdadero retorno al tema de Dios.
A continuación el texto íntegro de su mensaje.
*****
+ Francisco Gil Hellín
Alguien
podía pensar que la historia de los grandes conversos es agua pasada.
La realidad es muy distinta. Las letras francesas, por ejemplo, siguen
las huellas de Paul Claudel, Péguy o Mauriac y cada vez son más
frecuentes las novelas y ensayos que tienen como protagonista la fe
cristiana. Siguiendo el sendero de escritores de tanta talla como
Tournier o Decoin, está surgiendo una nueva generación de autores
creyentes, cuyas obras literarias y filosóficas buscan la concordancia
con el mensaje evangélico.
Más aún, autores como Sylvie Germain,
están viendo que sus obras comienzan a seducir en la laica Francia y más
allá de las fronteras galas, según recogía recientemente el diario
italiano Avvenire. En las páginas de Le Figaro, Francois
Tallandier, otro talentoso escritor de la nueva literatura francesa, ha
explicado las razones de su silenciosa conversión al catolicismo, tras
largos años de profundo escepticismo. «Quizás por el esplendor de
Bourges, que daba alas a Stendhal para ser cristiano. Quizás por la
modesta dulzura de la iglesia románica de Ennezat. Quizás porque un día,
oyendo pronunciar la palabra ‘católico’ con el desprecio de quien no
necesita más razones, me he cansado y he dicho abiertamente: ‘Soy
católico’».
El itinerario creativo de F. Hadjadj es también una
referencia en la cultura francesa. Este escritor e intelectual judío, se
ha convertido al catolicismo después de una larga fase de ‘nihilismo’.
En un ensayo analiza con ironía y pasión su indiferencia hacia la muerte
de las sociedades de Occidente, mientras llama a la alegría fundada en
las razones que aporta la fe. El mismo Dactec, intelectual excéntrico y
controvertido, se ha atrevido a gritar en público que «no hay futuro
para la humanidad fuera de Cristo».
Son algunos ejemplos de ese
cada vez más numeroso grupo de conversos que están llegando al
catolicismo y -lo que quizás llama aún más la atención- que no tienen
ningún complejo para declararlo. Ellos me traen a la mente personajes
históricos de tanto relieve como Tertuliano, el más brillante abogado de
Cartago; san Cipriano, igualmente brillante abogado convertido en plena
madurez; y el sin igual san Agustín. Más próximos a nosotros, la
italiana Alexandra Borghese y la española María Nájera.
Sin que
sea una conversión en sentido estricto, no deja de llamar la atención el
caso de Akiko Tamura. Tiene treinta y siete años y una brillante
carrera a sus espaldas como cirujana torácica en la Clínica
Universitaria de la Universidad de Navarra. Tras hacer sus primeras
prácticas en la Universidad de Harvard y ampliar su especialidad en el
Hospital de Massachussets, aterrizó en Pamplona y alcanzó un gran
prestigio profesional. El último Jueves Santo –lo ha contado ella misma
en una entrevista al diario ABC- «iba en mi coche tan tranquila y de
repente, en medio de mi corazón noté claramente que Dios me pedía ser
carmelita descalza. Ni oí voces ni visiones, sólo sentí una paz y un
amor de Dios bestial». Nunca se me hubiera ocurrido «meterme monja en un
convento», añade, pero «es el plan de Dios». Efectivamente, acaba de
ingresar como carmelita descalza en el convento de Zarautz.
Sin
salir de nuestra diócesis, las religiosas de Iesu Communio podrían
contarnos muchos casos parecidos. No pocas han dejado su profesión de
ingenieras, arquitectas o médicos y locas de contento vistiendo un tosco
y sencillo hábito. Sin entrar en los muros de un convento, cuántos
profesionales de prestigio, estudiantes de primero de carrera, amas de
casa o chicos y chicas han descubierto en medio de la calle –donde
siguen- la verdad de lo que decía con convicción santa Teresa de Jesús:
«Sólo Dios basta». En el fondo, ésta es la razón por la que vienen a la
fe tantos profetas y apóstoles del nihilismo o el escepticismo, o salen
del letargo religioso tantos creyentes tibios, convirtiéndose en
verdaderos creyentes y apóstoles.
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