martes, 7 de agosto de 2012

LA MUERTE ES SIMPLEMENTE EL ÚLTIMO PASO


 - ... representaciones sensibles, emociones, sentimientos, afectos, pasiones.
Sin darme cuenta mi mirada se encontró con la de una mujer que salía de la habitación del tanatorio con síntomas de preocupación. La acompañaba otra mujer y al sentarse noté que sus manos le temblaban de una forma incontrolada. Los amigos y personas que le rodeaban se preocuparon y le dieron agua de beber.

Poco a poco se fue calmando y, al parecer, todo quedó en un susto. Un susto motivado posiblemente por la impresión de la muerte. Ello me dio que pensar y suscitó en mí esta reflexión.

Los afectos, sentimientos y emociones aparecen y desaparecen sin nuestro consentimiento. Son como reflejos que entran y salen dejando reacciones que mueven nuestro sistema nervioso y descontrolan o controlan nuestro cuerpo. A veces no nos damos cuenta, y otras veces se producen por algún efecto exterior que le afecta en uno u otro sentido.

Tenemos nuestra voluntad, y somos libres, pero la mayoría de las veces nos sentimos impotentes para tener control sobre ellos. Necesitamos ayuda exterior, o mucha paciencia y serenidad para, mostrándonos indiferentes, dejarlos entrar y con la misma salir. Si no le ponemos resistencia entran y salen tal como han venido.

Pero se necesita valor, paciencia y mucha paz. Paz que solo podemos encontrar en Jesús de Nazaret. Y digo esto porque en el fondo de nuestra desesperación, las emociones, sentimientos o afectos están movidos por el miedo, lo desconocido o por el amor. Y esas cosas solo tienen solución cuando estamos agarrados a nuestro Señor Jesús.

Con, por y en Él no hay nada que temer. Sea lo que sea en Él tiene solución. La paz nadie nos la puede quitar, porque en Él encontramos nuestra seguridad, nuestro refugio y todas nuestras respuestas. En Él, a pesar de que en apariencias las cosas no vayan como queremos, sabemos que al final todo se arreglará. Y se arreglará porque Él es el pan de vida que nos sacia hasta la vida eterna.

Así, ¿cómo vamos a desesperarnos, a temblar, a preocuparnos, a perder la paz...? Sí, podemos sufrir o pasarlo algo mal, pero no perderemos nunca la esperanza de llegar a encontrarnos bien. Y esa esperanza nos salva, nos ayuda a superarnos, a relajarnos y a seguir creciendo y caminando. 

Porque sabemos que al final Él está detrás esperándonos con los brazos abiertos para acogernos, aliviarnos, sanarnos, satisfacernos y darnos la vida eterna. Así, cuando se cree así, las cosas se ven de otra forma, y la muerte de este mundo es simplemente el comienzo de la vida buena, gozosa, eterna.

1 comentario:

Puro y Eterno Amor dijo...

Preciosa entrada.
Mil gracias.
Bendiciones.

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