- Deseo regresar y sentir el calor de tu presencia.
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a pesar de nuestras dudas, a pesar de nuestros fracasos. Eres Tú el Mesías que esperamos y en el que confiamos todas nuestras esperanzas de dicha y felicidad. O estamos equivocados y hay que esperar a otro. Juan el Bautista, el Precursor, tuvo esas dudas. Después de proclamarte, de dar esperanzas a los hombres y de denunciar todo aquello que no vivía en la verdad, se encontraba atrapado en aquella celda, impotente y aparentemente fracasado. Hasta cierto punto era lógica su confusión.
Y a mí me pasa en muchos momentos lo mismo. Me pregunto el por qué de muchas cosas, de mi impotencia y fracasos. Y te pregunto como él, ¿eres Tú quién ha de venir, o debo esperar a otro? Y Tú me respondes, como lo hiciste con Juan el Bautista, los ciegos ven, los cojos andan y los muertos resucitan.
¡Oh Señor!, dame la paciencia de esperar con fe que mis ojos se abran, que mis pies no vacilen y anden con paso firmes, y que mi vida sea eterna en tu presencia. Porque a pesar de mis fracasos y mi impotencia yo seguiré aquí esperándote, visitándote, tratando de escucharte, de serte fiel y de dar mi vida por Ti.
Aquí estoy Señor, dame la fortaleza de nunca despegarme de Ti, y la confianza de permanecer siempre atento y disponible para dejarme moldear por tus Manos según tu disponga mi voluntad. Amén.
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