Vivimos unos momentos donde se hace muy difícil creer en alguien. En cierto aspecto eso es lógico, pues siendo imperfectos como somos, el hombre ser imperfecto, estamos inclinados a equivocarnos y fracasar en todo aquello que emprendemos. ¿Cómo se nos va a hacer fácil creer?
Tendremos experiencias, que lamentamos por haber confiado, o al menos tener la esperanza, en algún amigo, familiar e incluso hijos, al avalarle aquella operación. Eso nos ha costado perder nuestra propia casa. Y no se trata de ser engañado, sino que nadie tiene palabra firme ni segura, y las cosas salen muchas, pero que muchas veces mal. Muchas de las tragedias familiares son consecuencia de esos fracasos inherentes a nuestra condición humana e imperfecta.
Hablar en estos momentos de los políticos sería no encontrar ninguno en quien confiar. Y ocurre igual en todas las parcelas humanas, hasta en la misma Iglesia jerárquica y en lo que respecta a sus miembros, humanos y limitados. La pregunta que nos hacemos es: ¿En quién creer? Está visto que en el mundo no, pero no porque nos engaña, sino porque el mundo está tocado, porque tocados están sus habitantes. Es el pecado lo que hace al hombre vulnerable e imposible de creer en él.
Por eso, lo lógico es creer en Alguien que todo lo que se ha dicho de Él se ha cumplido. Es histórico, no ficticio ni imaginado. Jesús de Nazaret nació en Belén. Dentro de pocos días celebraremos su nacimiento y podemos recordar como la historia lo narra. Jesús es de carne y hueso, cercano y conocido por los hombres. Jesús nunca se ha equivocado, ni ha tenido que lamentar nada. Jesús es Hombre, pero también Dios, y en su Palabra nos revela su Divinidad y su Misión: "Salvar a los hombres".
Y todo lo que estaba profetizado en Él se ha cumplido, hasta su Resurrección. Por lo que no está muerto sino que Vive entre nosotros. Y nos ha prometido que volverá. Volverá en su segunda venida a la tierra para traernos nuestra liberación. Liberarnos de este mundo de mentiras, injusticias y muertes.
Jesús de Nazaret es el Señor, y por eso, porque quiero ser feliz y gozar de Vida Eterna, me dejo encontrar por Él, que me busca, y Amar. Y descubro que sólo seré feliz y eterno cuando llegue, por su Gracia, amar como Él me ama.
1 comentario:
Y en ese encuentro personal con el Señor, está el sentido de nuestras vidas.
Un abrazo, Salvador!
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