sábado, 10 de enero de 2015



No se puede entender que la verdad sea perseguida. Debería ser perseguida la mentira, porque la mentira engaña y perjudica. Nadie quiere ni le gusta ser engañado, y es ilegal y fraude engañar. Por tanto, ¿cómo es que se persigue a la verdad y se deja impune la mentira?

Será imposible entenderlo, pero la realidad nos habla de que la verdad es perseguida. No es lógico que lo que habla sobre el bien, sobre no mentir ni hacer mal a nadie. Lo que habla sobre defender la verdad, sobre establecer la justicia, la igualdad, la fraternidad, libertad y la paz sea perseguido. 

Sólo hay una causa que lo justifica: que hace daño a los que quieren vivir en la mentira o en su verdad, y tratan de imponerla por la fuerza. Lo que descubre el engaño, porque lo que es bueno no se impone, pues termina por imponerse por sí mismo.

Cuando las cosas se quieren imponer son sospechosas y no son buenas. Lo que es bueno respeta la libertad del otro, porque si no lo hace, deja de ser bueno. La Verdad tiene que respetar la libertad, porque es precisamente la Verdad la que nos hace libre.

En estos tiempos, que se mata por imponer su verdad, se persigue a aquellos que la respetan, pero que también quiere que respeten la suya. Porque nada de lo que se imponga merece ser respetado ni digno. El signo de la autenticidad de las cosas es el respeto y la libertad.

Proclamemos que la fe es una opción libre, y como tal todos los hombres tienen derecho a ser respetado y a elegir el camino que quieren seguir. Y en ese camino descubrirán que sólo el amor y con amor podemos encontrar el verdadero camino de la única Verdad.

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