lunes, 6 de octubre de 2008

La persona, antes que el Estado





Ecuador se juega, este domingo, cuál será en el futuro su modelo de sociedad. El Presidente, Rafael Correo, ha convocado un referéndum sobre un proyecto de Constitución redactado a su imagen y semejanza ideológica. Los Obispos denuncian que ampara el aborto y ataca a la familia y la libertad de educación.
Parece como calcado de nuestro propio país, porque aquí está pasando lo mismo, a pesar de que nuestra Constitución diga o proteja unos derechos, el Gobierno de turno se los salta y aplica demagógicamente otros, ante la pasividad y permisividad de todos los ciudadanos, católicos, protestantes, anglicanos y todas las personas de bien.

En Ecuador, los Obispos han dado un paso al frente ante tal proyecto promovido por el Presidente, porque contiene ambigüedades, más o menos explícitas, que pueden ser interpretadas a favor del aborto, de la equiparación de las uniones homosexuales a la familia y del estatalismo en la educación. El texto también plantea dudas sobre el respeto del derecho fundamental a la libertad religiosa.

Ante esta realidad, los 33 obispos del país han manifestado su oposición al proyecto de Constitución, y han convocado numerosos encuentros de oración. En una declaración pública, los obispos han constatado con realismo que el texto se opone tanto al Catecismo de la Iglesia católica, como al Modus vivendi firmado entre la Santa Sede y el Gobierno del Ecuador, en vigor desde 1937.

“No nos alineamos con nadie, somos los mismos desde hace dos mil años”, advierten al inicio de su comunicado. De hecho, recuerdan, su rechazo ha sido “compartido con más de 800.000 firmas entregadas a la Asamblea Constituyente y también por los hermanos cristianos evangélicos y otros ecuatorianos de buena voluntad”.

Respecto de los derechos fundamentales, explican los obispos, el proyecto constitucional “deja la puerta abierta a la supresión de la nueva creatura en el seno de la madre”, además de “equiparar a la familia la unión de personas del mismo sexo. Otro de los puntos de fuerte desacuerdo es la preeminencia del Estado por encima de las personas: “en una democracia real, el Estado está al servicio de la persona y de la sociedad, y no las personas y la sociedad al servicio del Estado.


Descubrimos que el estatismo parece ser un hilo conductor de la nueva Constitución”. Este estatismo es especialmente patente en la educación, ya que, según los obispos, “el Estado se arroga el derecho de determinar lo que se tiene que enseñar y lo que se tiene que ignorar. Indudablemente para asegurarse de por vida el puesto de gobernante y el poder de hacer lo que les venga en gana.


Y añaden: “bajo la afirmación de que la educación es un servicio público, se considera la educación particular y fiscomisional (concertada) como una mera concesión del Estado y no como una expresión del derecho de los padres de familia. Aunque el Gobierno actual siga todavía delegando a establecimientos particulares la facultad de educar, no hay ninguna garantía de futuro, cuando el Estado adquiere la facultad de regulación y control de todos los aspectos de la educación.

La actitud de los obispos y los actos públicos en los que la han manifestado ante la oposición han provocado las iras del Presidente Correa, quien ha lanzado duros ataques contra ellos. Les ha acusado de “hablar de DIOS y no conocerlo; hablar del respeto a la vida y no respetarla; de resucitar el conflicto Iglesia – Estado, que está superado hace cien años”…

El Secretario de la Conferencia Episcopal le ha respondido en estos términos: “los sacerdotes no somos espectros fantasmales vestidos de negros, ni pelucones, ni perversos mentirosos como su millonaria publicidad afirma, sino ciudadanos que, como usted, servimos al pueblo, a veces sin reconocimiento ni remuneración; no recibimos sueldo o prebenda alguna del Estado, y por eso tenemos la libertad para expresar que no estamos de acuerdo con todo lo que el poder plantea como si su voz fuera el criterio único de verdad, sobre todo en temas que afectan a la moral y la vida ( de la revista Alfa y Omega, nº 608 – 25-09-08 – sección Mundo).

Y desde esta realidad, no sólo en Ecuador sino por toda Suramérica, Asia, África y Europa, se hace necesario elevar la voz con firmeza y valentía; sin titubeos ni indecisiones; sin permisividad ni acuerdos flexibles y ambiguos; con claridad e inflexibilidad desde la Única Luz que alumbra al mundo; con radicalidad evangélica según la Palabra de nuestro SEÑOR JESUCRISTO.


Dispuestos a defender la verdad aún a riesgo de nuestra vida. Al estilo de Juan el Bautista alzando la voz en el desierto para denunciar toda inmoralidad, toda injusticia, toda banalidad y egoísmo. De manera firme y radical y sin concesiones de ningún tipo. Sin bajar la guardia. Llamando al pan, pan y al vino, vino. No cediendo en acuerdos flexibles y oscuros que puedan interpretarse demagógicamente y de diversas maneras. Con absoluta claridad y punto.

Hay valores que no admiten componendas. Tampoco hay que pensar en la buena voluntad del Gobierno, pues tiempo ha tenido para darla a mostrar y no ha sido así. No traguemos con los conceptos de tradicional y moderna, pues la familia es algo natural como la vida misma.


El derecho a la vida, a la libertad religiosa, a la educación de los hijos son valores innegociables.

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