Entendemos por divorcio, según el diccionario de la lengua española, disolución judicial de un matrimonio, falta de acuerdo o en términos más coloquiales, ruptura. Que a su vez el diccionario la define como acción y efecto de romper o romperse.
Todos sabemos que cuando un matrimonio anda mal es porque ha habido un desacuerdo. Un desacuerdo que termina en ruptura y, en consecuencia, divorcio, es decir, disolución judicial. Y también sabemos que todos preferimos, o lo que es lo mismo, nos parece correcto que ante una convivencia en desacuerdo lo mejor es romperla y separarse. Es evidente que la sociedad española está a favor del divorcio. En eso creo que no hay debate.
Ahora, después de oír una charla por Radio María, no se quien la dijo, y plantear comparando divorcio y ruptura, la cosa no está muy clara. Porque, él dijo, si cambiamos los términos y preguntamos: ¿Está la sociedad española a favor de la ruptura familiar? La cosa parece que no es igual. Ahora parece que hay una diferencia y, también, que la elección no es tan clara. Es más, diría que ganaría en no estar a favor de la ruptura.
Pensando con la verdad por delante, creo que nadie está a favor de la ruptura de la familia. Todos abogarían por defender la unidad familiar. Luego, divorcio no es igual a ruptura. Observamos que aquí de nuevo las matemáticas no se cumplen, pues separarse (divorcio) no es lo mismo que romper relaciones.
O la sociedad no sabe lo que dice, pues en el primer caso está a favor y en el segundo está en contra. Aprueba, podemos decir, el divorcio, pero no la ruptura. ¿En qué quedamos? Todo esto nos puede ayudar a discernir que lo primero, divorcio, no es sino una artimaña egoísta de aquel que no es responsable ni quiere serlo. Le importa un bledo su pareja, sus hijos y su familia. Sólo piensa en sí mismo y nada más.
Se ha quedado en un amor inmaduro (dodim) y no ha sido capaz de recorrer el camino hacia la madurez (ágape). Su concepto de amor está a caballo entre el romance, los sentimientos y las satisfacciones. Se ha quedado estancado en un narcisismo erótico y egoísta donde sólo busca su placer y su yo.
Y no ha llegado a asumir que amar no es un sentimiento, sino un criterio que está por encima de mí mismo y que me invita a salir de mí para entrar en el otro, y darme en servicio por amor gratuito y libre. Es así como hemos sido amado y como amando en esa clave alcanceremos la plena felicidad.
Una cosa queda clara, y es que según los términos que usemos la mentira queda al descubierto. No es lo mismo derechos que responsabilidad, porque cuando reclamo un derecho tengo que mirar para si estoy siendo responsable con el mismo.
Concluimos que todo depende de los conceptos que sean empleados, y, empleando unos u otros, podemos tergiversar el significado y esconderlo. Pero una cosa queda clara, la Verdad sólo es una y esa, los creyentes en JESÚS, tenemos que defenderla, porque ÉL es la Verdad, el Camino y la Vida.
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