El primer encuentro de Benedicto XVI con los jóvenes en Colonia concluyó con una nueva cita, al otro lado del planeta. Los tres años, que parecían tan largos, ya han pasado, y la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney es una realidad para la que se han inscrito ya 213.000 jóvenes de todo el mundo -incluidos grupos testimoniales de algunos países de Oriente Medio, Asia y África, muchos de los cuales sólo pueden acudir gracias a Ayuda a la Iglesia Necesitada-. La cita será en Australia, entre el 15 y el 20 de julio, pero, en muchos aspectos, la Jornada ya ha empezado. No en vano el coordinador del encuentro, monseñor Anthony Fisher, obispo auxiliar de Sydney, invitaba a «todos los peregrinos» a «empezar a reflexionar sobre los temas de las catequesis, de manera que, cuando llegue el mes de julio, estén preparados espiritualmente». Lo dijo en la presentación de las distintas catequesis que, como ya es costumbre, correrán a cargo de obispos de todo el mundo. El eje de las mismas será Espíritu Santo y misión -reflejado también en el lema Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros y seréis mis testigos-, y se dividirán en tres temas: Llamados a vivir en el Espíritu Santo; El Espíritu Santo, alma de la Iglesia; y Enviados al mundo: el Espíritu Santo, agente principal de misión. Al mismo tiempo que los temas de la catequesis, también se dieron a conocer los diez Patronos oficiales de la JMJ, entre los que está el iniciador de estos encuentros, el Siervo de Dios Juan Pablo II, así como Nuestra Señora de la Cruz del Sur, Patrona de Australia, la Beata Teresa de Calcuta, san Peter Chanel, y los Beatos Mary MacKillop y Peter To Rot, vinculados a Oceanía, y otros, como santa Teresa de Lisieux -coPatrona, además, de Australia-, santa María Goretti, santa Faustina Kowalska, y el Beato Pier Giorgio Frassati, conocidos por su juventud ( Recogido de Alfa y Omega- 592).
Es reconfortante y alentador ver y constatar la promesa de nuestro SEÑOR JESÚS: "les he dicho estas cosas estando con ustedes, pero el Consolador, el ESPÍRITU SANTO, el que el PADRE enviará en mi nombre, ÉL les enseñará todo y les recordará cuanto les he dicho". Y esto, que hoy precisamente celebra Iglesia: "Pentecostés", se palpa en nuestra vida de una forma real y auténtica: "hoy han llegado a su término los días de Pentecostés, aleluya; hoy el ESPÍRITU SANTO se apareció a los discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus carismas, enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que crea y se bautice se salvará. Aleluya" (ant. del Magnificat-vísperas). Es de una fuerza incalculable ver que miles de jóvenes se entusiasman con el estilo de vida de JESÚS, en un mundo donde se les quiere vender una felicidad en forma de divertimento y materialismo; donde si sales los fines de semana, tienes una buena carrera, trabajo, coche... vas a ser feliz. Cuando nos damos cuenta que estas cosas no terminan de dar la felicidad, se te crea una angustia. Le pasa a todo el mundo, pero no saben por qué: porque no hemos sido creados para eso. Y lo que es peor todavía, muchos no se atreven si quiera a preguntárselo, y se quedan en la perplejidad hundiéndose cada vez más en la esclavitud de sus propias cadenas. Y somos nosotros, asistidos por el ESPÍRITU SANTO los que debemos, con nuestros testimonios de vidas y esperanza puesta en las promesas del SEÑOR, contagiar y anunciar la buena noticia de que estamos salvados.
Doy gracias al ESPÍRITU SANTO por la fuerza, entusiasmo y ardor que infunde en mi corazón al contagiarme del entusiasmo de todos esos jóvenes, alrededor de nuestro Papa, Benedicto XVI, que me hace exultar de alegría y correr como un joven más junto a ellos. Jamás he sentido un deseo tan contagioso de pintarme la cara como ellos (B16) y confundirme como uno más que grita alborozado de alegría las maravillas de la fuerza del ESPÍRITU. ¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!
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