Pero se trata de buscarlas en verdad y justicia y, por ese camino, sólo por ese camino, seguro, Sr. Alberto Fabra, se podrá encontrar soluciones que puedan ayudar a mejorar la situación de nuestras comunidades autonómicas y con ello, nuestra nación.
Más que ir a parchear en donde le toca a los ciudadanos de a pie, como puede ser en urgencias o fármacos, u otras medidas parciales, habría que poner todo nuestro empeño y sabiduría en quitar muchos organismos artificiales que no cumplen ni dan el servicio deseado, o, en su defecto, al menos, no se necesitan para realizar la labor de control y dirección.
Si desaparecieran las diputaciones y cabildos (en Canarias) y fueran sustituídas por pequeñas sucursales autonómicas (estamos en la era de Internet) con muy poco personal se podría hacer lo mismo que con esos monstruos de edificios monumentales, al menos en mi isla de Lanzarote, que sólo generan gastos y gastos sin saber para qué y por qué.
No se necesita duplicar los mandos de dirección. Un gobierno basta para dirigir una comunidad, y, usando la informática y otros medios técnicos se puede estar en contacto y generar las ordenes, dirección o medidas que se necesitan. Un pequeño grupo en cada ciudad o isla (caso de Canarias) sería lo suficiente y necesario. No soy nadie para decir cómo, pero por ahí se puede recortar muchos gastos innecesarios.
En la misma línea, todos los organismos públicos (Hospitales, administraciones...etc) pueden reducirse en personal, o en su defecto, aumentar sus atenciones, más los administrativos, en turnos partidos, para atender a los ciudadanos que no pueden acudir en turnos de mañana. Es otro de los campos donde se puede colaborar con el paro o, simplemente, distribuir mejor a los que sobran en mucho lugares.
Otra actitud a desterrar es la de abolir el enchufe para los amigos, que precisamente van a parar a algún lugar de esos llamados de administración pública. Es el enchufe del favor del voto y de otros favores. Sabemos que existe y desde la administración se puede evitar. Y hay muchas otras medidas que están antes de las de urgencias y sanitarias. Indudablemente, no digo que no se puede hacer mucho también ahí, pero hay que mirar, también, para otros lugares.
Empiece a contabilizar cuantos sueldos y gastos se puede ahorrar el Gobierno, en beneficio de los ciudadanos, y verá como se suaviza considerablemente la situación económica. Claro, hay que ser valiente y tener empeño en buscar la verdad y la justicia, y no hacer demagogia que parchea y engaña. ¿Qué eso generaría en principio más gente parada? Posiblemente, pero ya se verá qué hacer en favor de darles la oportunidad de generar puestos de trabajo.
Con todos esos ahorros se podría ayudar a los emprendedores, a los autónomos y empresas que, verdaderamente, son los que generan empleos. Y todos aquellos que quieren trabajar irían encontrando un empleo de trabajo, no de aparente trabajo. También, con todo ese dinero se podría ayudar, de momento, de forma paralela a la bolsa del paro y mientras se activa con medidas fiscales desgravatoria y de subvenciones a las empresas y emprendedores para que se genere nuevos puestos de trabajo.
Indudablemente, yo no soy quien debe decidir, y usted y los suyos, que están y optan a dirigirnos deben encontrar el camino de mejorar nuestra situación. Pero los hay, y estos que yo he alumbrado deben saberlo ustedes. Los gastos familiares, como usted dice, empiezan por quitar gastos superfluos que no se necesitan, o que al menos se puede prescindir de ellos, pues hagámoslo.
Empecemos por preguntarnos que hace una Diputación o un Cabildo (Canarias), que parece un Gobierno más. Lo mismo podríamos pensar de los Ayuntamientos, que ya, pura ironía, se permiten el lujo de tener sus asesores. Y estoy hablando de pequeños ayuntamientos (de 5.000 a 8.000) habitantes. ¿Para que sirven los asesores? ¿O es que yo me presento y luego gobierna el asesor? ¿No tiene ya el Ayuntamiento un asesor?
Hay muchas cosas que mirar y si de verdad queremos unirnos todos y arreglar las cosas, debemos empezar por tratar de salir del problema todos juntos. Eso se llamaría hacer buenas políticas. Lo contrario, arreglarlo cada uno según le parezca y pensando en su provecho propio, se llama avaricia.
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