sábado, 24 de septiembre de 2011

¿ ES ESE VERDADERAMENTE EL MOTIVO?


Buscar la causa de disminución de las bodas por la Iglesia en la crisis o en una moda que ha pasado, es desconocer el verdadero fundamento del Sacramento del Matrimonio. Porque una boda no es una moda, ni una costumbre, ni una cultura, ni producto de una crisis económica ni otra cosas en las que se pueda pensar.

Una boda, en el Sacramento del Matrimonio, es un proyecto de amor ofrecido en, con y por el SEÑOR JESÚS. Es un proyecto de amor al estilo de JESÚS y, posiblemente, nuestra Iglesia está pecando, por lo menos en Lanzarote, en no poner en énfasis en XTO.JESÚS. Y aprovecho la ocasión para denunciarlo, tanto a los que ignoran lo que es, como a la Iglesia, donde yo también estoy, que debe plantearse lo que hace. Lo mismo sería aplicable a los bautizos, de los cuales puedo hablar con más conocimiento porque tengo experiencia directa.

Pero, centrándonos ahora en las bodas, al hilo de un artículo publicado en Canarias 7, el 7, valga la redundancia, de septiembre de este año, el problema no es tanto a las crisis económicas o culturales sino a un planteamiento de ego y de virtudes que tocan a otros intereses como los ya reseñados. Porque cuando se busca amar, no se busca el amor verdadero (ágape) sino el amor eros que condiciona el interés económico, sentimental, afectivo y pasional. Y en el que, como condición primordial, busca el bienestar plancetero y cómodo. Lo que coloquialmente llaman "calidad de vida", y vivir la vida o ser feliz.

Porque cuando el amor se entiende bien, compromete y responsabiliza. Y eso lleva a un compromiso de fidelidad hasta que la muerte nos separe. No hay condiciones, aun en el subconsciente elíptico o entendido, que por una enfermedad, una crisis económica, una vida placentera y cómoda, una verruga en la boca, un engordamiento inesperado o las razones que se quieran aportar, el amor se apague, porque el amor no es un sentimiento.

El amor, cuando realmente es amor, es un viaje juntos y bien agarrados ante las tempestades de la vida de todo tipo. Es un empeño en querer amar, para eso está la voluntad, ¿o es que no la usaste cuando elegiste casarte y decidiste con quien? Si no ha sido así no estás casado. Es una mentira lo que has hecho. Y si mientes, porque tus sentimientos y apegos te pueden, eres un esclavo sometidos a tus propias pasiones, y vuelves a mentir.

Amar no es cuestión de sentimientos ni modas ni crisis de ningún tipo. Amar es empeñarse en querer amar. Y para eso hace falta primero ser libre y tener capacidad de elegir. Hay muchos que se casan atados y esclavos de muchas cosas, y en esas condiciones no pueden cumplir la promesa de la fidelidad. Mienten a la comunidad y a la Iglesia.

La entrega es la otra cara de la libertad: "¿Casarse sólo por amor? Uno no se casa sólo porque ama, sino porque quiere amar". Es decir, uno no puede fundar un matrimonio con el pensamiento de que el amor es algo que se puede acabar, sino "con la firme voluntad... puede decidir amar siempre y pase lo que pase: muchos lo han hecho a lo largo de la historia a pesar de haber experimentados tormentas y tempestades en su barca matrimonial (del libro Carta a un cónyuge con dudas). Y cuando se hace en XTO.JESÚS, por ÉL nos casamos por y en la Iglesia,  decidimos amarnos para siempre en ÉL. Y, si en ÉL creemos, sabemos que con ÉL podemos lograrlo. Hay muchos ejemplos que nos refuerzan esta esperanza y nos animan a ello.

La razón de casarse no es amar, sino querer amar. Amar es una premisa necesaria (o muy conveniente), pero no suficiente. No me caso porque amo, sino para amar... por eso, amar es importante, pero más lo es querer amar. Quien no ha pensado eso más vale que no se case, porque aunque lo piense, no está contrayendo matrimonio... y casarse para no casarse es un contrasentido. Así pues: no me caso porque amo, sino porque amaré (del libro carta a un cónyuge con dudas).

Y eso es lo que está ocurriendo y ocurre. Y los hechos nos dan la razón. Verdaderamente no existen verdaderos matrimonios, sino mentiras disfrazadas de un teatro matrimonial. Y como teatro,tiene su primer acto y su final. Términa pronto, desde que llega la parte aburrida y selenciosa que exige entrega y servicio.

Muchos sacerdotes se sienten usados en ese presunto acto teatral. Y la Iglesia debería dar el salto y plantarse. Se necesita un proceso de maduración y seriedad adulta y comprometida para recibir un Sacramento. No se puede recibir de cualquier forma. Es nuestro SEÑOR JESÚS quien se da y quien interviene.

Nuestros padres los mantenían porque el régimen les obligaba, pero ya no existían como matrimonios. Por lo tanto, no es que haya bajado el compromiso del sacramento del matrimonio, sino que nunca ha existido, y las nuevas generaciones de ahora se han decidido a dar el paso de evitar al menos ese teatro.

Espero que la Iglesia joven se decida a darlo también. El que quiera casarse por el Sacramento del Matrimonio, o recibir el Sacramento del Bautismo o el de la Confirmación deben recibir un proceso de maduración y de confesar su fe y su responsabilidad. No es cosa de saber o asistir a una simple reunión y engañarnos todos. JESÚS no ha muerto para eso. Se trata de otra cosa y creo que ha llegado el momento de decirlo y hacerlo.

2 comentarios:

Gizatar dijo...

Ante todo, un fuerte abrazo.

Hace tiempo que no comentaba en el blog.

Este es un tema que con mis hermanos he comentado mucho. Ha habido un rebajamiento en los sacramentos.

La verdad es que no se muy bien porque. Supongo que la razón es más pastoral en el sentido de "siempre algo queda", "quiza con esto se conviertan", etc..

Los hechos como bien indicas nos demuestran lo contrario, pero supongo que la gracia del sacramento queda ¿no?

Como Iglesia creo que debe haber unas directrices que no siempre están y si están (por ejemplo lo que marca el catecismo) no siempre se cumplen.

Tenemos que seguir reflexionando sobre estos temas.

Un saludo.

Salvador Pérez Alayón dijo...

Sí, creo que es un poco la prudencia de no estar seguro que hacer. Posiblemente, se tema escandalizar porque el pueblo no está preparado para ello. Pienso que algo así como cuando Moisés permitió repudiar a la mujer.

Pero, los tiempos han cambiado mucho, y ahora la gente no está casándose por la Iglesia. Creo que es el momento y la hora de empezar a tomar postura y de exigir a los que se acercan que sean serios y responsables. Si es así, no tendrán ningún problema en prepararse y profundizar en la fe y en el Sacramento.

El uno de octubre publicaré en Blogueros con el Papa lo que Benedicto XVI ha dicho respecto a los creyentes acomodados, rutinarios y que viven una fe de prácticas y desencarnada.

Y eso es un poco lo mismo que lo que nosotros estamos demandando a nuestra Iglesia, Gizatar.

Un fuerte abrazo.

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