El lenguaje se puede pervertir todo lo que uno quiera. |
“Quisiera decir una palabra a aquellas personas que, llevadas por tantas ideologías
que acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana, piensan
ya desde niño que tienen atracción hacia las personas de su mismo sexo
y, a veces para comprobarlo, se corrompen y se prostituyen, o van a
clubes de hombres nocturnos. Os aseguro que encuentran el infierno.
¿Vosotros pensáis que Dios es indiferente ante el sufrimiento de todos
estos niños —algunos de ellos siendo abusados en sus propias familias—,
ante el sufrimiento de los trabajadores, de los empresarios, ante el
sufrimiento de las familias, ante el sufrimiento de las mujeres, ante el
sufrimiento de nosotros? Dios no es indiferente“.
Estas palabras, pronunciadas por el Obispo de Alcalá de Henares D. Juan Antonio Reig Plá, reflejan la verdad de su sentir, y no lo que otros han querido expresar que dijo y sintió. El Obispo afirma que todos aquellos que sienten una atracción contraria a su propia naturaleza, lo pasan mal. Y es que toda persona siente y quiere ser lo que realmente es.
Para mayor información y referencia, incluyo aquí un artículo que puede servir de luz y aclaración (ver aquí)
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No es normal comportarse de forma diferente a su naturaleza, y se sufre si se siente inclinación a sentir lo contrario. Y eso puede ser una lucha dura y sacrificada, incluso un infierno. Sin lugar a dudas, yo también lo creo así, nuestro Padre Dios no puede pasar indiferente a ese sufrimiento. Sabe de nuestras luchas y también de nuestros dolores.
¿Por qué eso es así? Sólo Él tiene la respuesta. Lo que sí puedo entender es que ese dolor tiene sentido y será bueno para el camino de nuestra vida si lo soportamos en su presencia y compañía. Hay muchos testimonios. Como también hay muchos que se han desesperados y optado por dar riendas sueltas a sus instintos sin luchar ni presentar el más mínimo esfuerzo. Sólo Padre Dios podrá entender y juzgar eso.
No obstante, el resultado de lo segundo deja un mal sabor de boca, y un infierno detrás de sus vidas. A eso es a lo que el Obispo se refiere. Todos desaprobamos esas conductas. No parecen naturales y, a pesar de querer normalizarlas, se desnaturalizan por sí mismo. Sin embargo, las respetamos, y no las excluimos. Son personas con todos los derechos y libertades para ser respetadas. Sólo Dios las juzgará.
Eso sí, la pederastia y otros vicios a inocentes no parecen presentar ninguna duda en ser rechazadas por la sociedad. Cada cual que entienda lo que quiera entender, pero en el fondo todos pensamos que las cosas son de una manera y no deben ser de otra.
Jesús estuvo al lado de los pobres, los desheredados, de los excluidos por la sociedad de su tiempo. De los marginados y los no tenidos en cuenta, pero para todo aquel que se le acercó, tuvo comprensión y compasión de él, más siempre le aconsejo con estas palabras: "Vete en paz y no lo vuelvas a hacer".
Cada cual debe saber a qué atenerse. El Mensaje de Jesús es claro, y cada uno debe saber interpretarlo, pero nunca sólo, no se puede. Se necesita la asistencia del Espíritu Santo, y el dejarnos interpelar por Él. En la Iglesia encontramos las circunstancias que nos alumbran y acompañan a madurar todas esas preguntas y también interrogantes que salen a nuestro paso.
Somos seres en relación, y necesitamos el concurso de unos u otros, pero siempre en presencia del Espíritu Santo que nos guía en la Verdad, pues la Verdad no está en ningún hombre, sólo se encuentra en Padre Dios.
Dios está y permanece junto a cada uno de nosotros, pero, por disponer de libertad, regalo del mismo Dios Padre, necesita que esa libertad la pongamos en sus Manos, para en Él nos dejemos dirigir hacia la Luz que ilumina nuestra vida.
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