domingo, 8 de junio de 2014

LA SOBERBIA ES NUESTRO PECADO DE SIEMPRE



Por soberbia hemos rechazado el Paraíso terrenal que Dios creó para que viviésemos eternamente gozoso, pero eso nos suena a chino. Creemos otras cosas que posiblemente nos gustan y van según nuestros gustos. Ir a favor de la corriente posibilita y facilita que nos creamos muchas cosas que ni siquiera investigamos o la pasamos por nuestra limitada razón. Nos gusta y la creemos, eso nos basta.

Sin embargo, no podemos evitar que se cuele en nuestra razón un deseo desesperado, aunque contenido, de felicidad. Buscamos, pensémoslo o no, el gozo, la alegría, el placer y la diversión, es decir, sentirnos bien, y eso lo traducimos por felicidad. Sería de idiota no querer que esa felicidad fuese para siempre, es decir, eterna. Podemos concluir que el hombre busca ser feliz eternamente.

Puedes pensar de una manera u otra, pero pienses como pienses, tú busca, como yo, la felicidad eterna. Tus gustos serán los que serán, pero quieres que sean eternos, porque nuestra razón nos dice que cuando estamos a gusto y gozosos no deseamos que eso acabe. Pero irremediablemente chocamos con la soberbia. Queremos imponer nuestra ley, nuestra manera de sentir y pensar, Queremos imponer nuestros gustos, nuestra ideología y nuestra manera de interpretar la vida. Incluso queremos ser los propios protagonistas de nuestra vida.

 En resumen, queremos ser nuevos Adanes y Evas que coman las manzanas según les apetezcas y de los árboles que les apetezcan. No quieren que nadie esté por arriba de ellos y se sienten fuertes para afrontar la vida hasta que les llegue la muerte. Sin embargo, cuando cierran los ojos les gustarían ser eternos...

Pero no escuchan a quien se lo propone. Consideran leyendas, ciencia ficción o cuentos de hadas lo que les cuenta de un tal Jesús, su propuesta y su Resurrección. Sólo los que abren sus ojos pueden ver. Mientras los tenga cerrados experimentarás sólo tu soberbia.


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