Es una pregunta que se desprende de la trayectoria de tu vida. Tú, Señor, siempre, o casi siempre, eliges gente sencilla para realizar tus obras. No escoges a gente importante, capacitados y dotados de talento y de influencia para facilitar la tarea que le propones. Eliges los desconocidos y más pequeños hasta el punto que resulta milagroso que puedan emprender tu mandato.
¿Podría ser esa una de tus razones? Pues de elegir gente talentosa, lo más probable es que respondan y realicen bien lo encargado, pero hacerlo con gente pobre, ignorante y sin ningún poder resulta difícil y casi imposible. Otra razón que se me ocurre, podría ser que Tú has elegido ese camino empezando por Ti mismo. Has nacido de gente pobre, María y José, y vivido como un pobre.
Tu nacimiento no fue anunciado a los poderosos, sino a los pobres, los pastores, y te rodeaste de gente pobre. Posiblemente nos has querido advertir que hay que vivir en la pobreza de espíritu para poder abrir nuestro corazón al amor y al desprendimiento para ser libre y compartir. No es fácil desprenderse y desapegarse de lo que ofrece el mundo, y menos cuando se es rico.
Sólo aquel que es sencillo y humilde es capaz de amar y de darse por amor. Así lo has vivido Tú entre los hombres, y así lo has proclamado de parte de tu Padre. Para amar hay primero que renunciar, porque el amor es desapego de todo para ofrecerlo a quien lo necesita para vivir. Y sólo lo da quien primero se libera de la esclavitud del egoísmo.
Quisiera ser sencillo y humilde y es eso la primera petición que sale de mis labios Señor. Supongo que todo lo demás, incluso el amor arranca de ahí.
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