jueves, 11 de septiembre de 2014

GANAR Y GANAR, SIEMPRE GANAR



Ese es el primer deseo que se activa en nuestro corazón. Nadie, aunque diga que le da lo mismo, quiere perder o permanecer indiferente a ser el primero antes que el segundo o tercero. Claro que, llegado el momento y no poder, hay que conformarse con el puesto o premio alcanzado.

Eso de lo importante es participar está bien y hay que madurar para llegar a eso, pues no todos pueden ganar ni ser primero. Sólo hay un primero, y los demás serán segundos, terceros y así sucesivamente. Y para eso hay que prepararse, lo que descubre que lo que reflexionamos está en lo cierto, pues si hay que prepararse es que hay que educar ese deseo de ganar.

Para muchos no es fácil educarse en la idea de tener que disciplinarse y doblegar ese instinto egoísta de querer ganar y ser el mejor. Habrá que hacer gala de toda su voluntad para madurar y aceptar la impotencia de no superar a otro. Se ha cantado esa fuerza interior que nos arrastra egoístamente a querer más con esa canción que posiblemente todos recordamos: "Todos queremoosss más, todos queremoooosss más..." 

Sin embargo, muy pocas veces nos preguntamos qué conseguiremos con tanto ganar. Hay testimonios de muchas personas, hombres y mujeres, que han ganado mucho, no sólo riquezas sino también fama y prestigio, pero no han podido ganar nunca la partida a la muerte. Al menos a la muerte de este mundo. Casualmente, en la madrugada de hoy ha saltado la noticia de que el Sr. Botín, presidente y mayor accionista del grupo Santander, ha fallecido. Y es que la muerte nos gana a todos.

Para los cristianos, creyentes en Jesús de Nazaret, la muerte ha sido superada, porque aunque tengamos que compartirla en este mundo con el mismo Jesús, en Él, por su promesa, Resucitaremos también como Él Resucitó. Ese es nuestro mejor y mayor premio, pero ese premio se gana no llegando el primero sino  quedándose el último para servir por amor.

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