Detrás de la respuesta sigue el compromiso. O quizás al revés, un compromiso trae ya consigo la respuesta. De cualquier forma, lo primero o lo segundo, cuando respondes es que estás dispuesto al compromiso. Si no es así, haces una pantomima o actúas hipócritamente.
Se celebraba un funeral dentro de la Eucaristía de la Semana Misionera. El sacerdote invitó a los participantes a acercarse a la imagen de Jesús crucificado, puesta delante del altar, para hacer un gesto como respuesta al compromiso de seguirle. En esos momentos sentí, como quizás otros lo hayan también sentido, un deseo de rechazo y de bobería del sacerdote.
Luego, más sereno, pensé que trataba de justificar mis sentimientos para no tener que molestarme, y menos comprometerme. Pensé que si todos nos tomamos las cosas según nuestros sentimientos, el mundo sería un caos. Y, también pensé que si no me hago como niño voy a rechazar casi todo lo que me propongan.
El gesto de levantarte, acercarte a la imagen y hacer un gesto de compromiso es un esfuerzo con el que confiesa públicamente en la Eucaristía tus buenas intenciones de esforzarte en seguir a Jesús y de ponerte en Manos del Espíritu Santo. Claro, debe ser sincero, y eso es lo que quizás molesta a muchos. Están entre dos velas, una a Dios, por si acaso, y otra al mundo que no quiero renunciar.
Observé que hubo mucha gente que no se movió, pero sí lo hizo la gran mayoría. Resulta extraño que luego se apruebe el aborto, cuando hay tantos funerales donde acuden muchos católicos. O no lo son, o sólo lo son de partida de Bautismo y nada más. Es seguramente lo más probable.