Cuando te paras y
tratar de pensar a dónde vas te das cuenta de que tu vida es un camino en busca
de un tesoro. Un tesoro que puede tener muchos nombres: dinero, poder, fama,
pereza, fuerza, placer, pasividad, diversión, elegancia, moda...etc. Tu vida
puede estar enfocada a cualquiera de esos apartados que según tú te
proporcionan gozo y felicidad. Quizás te falte paz o tranquilidad, pero al
parecer, de momento, te hacen feliz.
Sucede que todo
cambia y con el tiempo también vamos cambiando tanto nosotros como el ambiente que
nos rodea. Sin embargo, eso tesoro aludido al comienzo de esta humilde
reflexión habrá que buscarlo. Solo no nos llega. En eso estaremos todos de
acuerdo. La primera condición para conseguir ese tesoro es ponerse en camino,
en actitud de búsqueda. Si no es así, ese tesoro no aparece. Solo el que busca
encuentra.
Podíamos hacernos
esta primera pregunta en esa nuestra supuesta parada: ¿Estoy yo en actitud de
búsqueda de ese Tesoro escondido? ¿O posiblemente ya creo que lo he encontrado,
o me doy por satisfecho con lo que creo haber encontrado? O en otras palabras:
¿Me doy por vencido y me instalo con lo que tengo?
Porque, de haber
encontrado ese Tesoro que busco supuestamente dejaré todo lo demás que tengo
para cambiarlo por el encontrado. Es decir, ¿pondré en el primer plano de mi
vida ese Tesoro encontrado? Y podemos volver a preguntarnos: ¿Es eso así en mi
vida? ¿Está ese Tesoro - Dios - en el primer plano de mi vida condicionando
todo lo demás?
Expresado de otra
manera diremos: ¿Es Dios la primera opción y prioridad en mi vida que
condiciona mi actuar en mi familia, mi trabajo, mi relación con mis amigos y
mis ratos de ocio? ¿O, por el contrario, Dios está en medio de todo eso sin ser
mi primera opción y quien condiciona mi actuar en la familia, trabajo,
amigos...etc.?
Podemos deducir que todavía, independiente del camino que cada cual haya recorrido, la búsqueda de ese Tesoro escondido está vigente y actualizada. Seguimos buscando este Tesoro con la actitud de ir dejando todo lo que nos impide encontrarlo para que sea Él la prioridad y lo más valioso de nuestra vida. Porque, recuerda, si no buscas, no encuentras.