Todos sabemos lo que está bien o no lo está, y en caso de dudas preguntamos y buscamos la verdad. Y esto porque a todos nos gusta vivir en la verdad y hacer lo que realmente debemos hacer. La felicidad pasa por hacer las cosas bien. Pablo de Tarso lo recalcó muy claro cuando decía: hago lo que no quiero hacer, y no hago lo que quiero hacer -Rm 7, 19-21-.
Y cuando eso sucede en nuestra vida, vivimos, pero lo hacemos atormentado y sabiendo que no vamos por buen camino. Y eso no nos trae la paz ni la felicidad. La conciencia nos recuerda a cada instante que no estamos actuando bien. No se trata de que no estemos haciendo lo que queremos, sino que no estamos actuando bien. Y esa cosecha dará sus frutos y nos atormentarán sus resultados, porque el que hace el mal recogerá mal.
Es el caso de lo que está sucediendo en nuestro actual ambiente político. El nuevo presidente de nuestro gobierno ha pactado con partidos que, dentro de sus objetivos, está el separarse de la unidad nacional. Es decir, quieren romper con España. Y no lo esconden sino que lo proclaman abiertamente, lo cual testimonia y descubre que vivimos en una clara democracia, que ellos tratan de ocultar y denunciar. Sólo aquellos que contradicen las leyes constitucionales y delinquen son detenidos y encarcelados si sus delitos son castigados por el código penal con cárcel.
Es una contradicción que, jurando defender la unidad de España, cosa que también incluye en su ideario de partido constitucional, se una y pacte con partidos que buscan y tienen en sus idearios todo lo contrario, romper la unidad. No se entiende y al tiempo me remito, pues el resultado de la cosecha no augura buenos resultados, valga la redundancia.
Por lo tanto, como al final la cosecha nos atañe a todos para bien o para mal, los ciudadanos de a pie, los que colocan con sus votos a esos señores en el Parlamento para que decidan el rumbo de la nación, debemos espabilar y mirar mejor a quien se le puede dar el voto. Tú también eres responsable.