
Acabo de oír a una oyente, en Radio María, citar la existencia de este vídeo sobre el Padre Norman Weslin. Inmediatamente fui en su búsqueda y tras comprobarlo no pude reprimir mis sentimientos y canté y lloré junto al Padre Weslin.
Ni que decir tiene que inmediatamente nació en mí el impulso de hacer otro tanto, y que si todos estuviésemos dispuesto a hacer lo mismo, el señor Obama se lo pensaría, como también la señora Aido. Quizás sea ese tipo de acciones las que necesitan ver nuestros irresponsables dirigentes para comprender que están asesinando a indefensos niños, inocentes al drama que sus vidas corren en el seno de sus madres.

Ayer había sentido el impulso de escribir sobre la declaración de la ministra Aido sobre el embrión humano, en la cual manifestaba que es un ser vivo, pero no una persona humana. La doctora Gádor tachó tal declaración del mayor disparate científico que se podía decir, pero yo digo que eso significa que esas personas, que representa a los Gobiernos del mundo, lo que pretenden es el mayor genocidio, superior al de Hitler, Herodes, y otros muchos, que quedan minimizados con está feroz destrucción de la persona humana.

Porque señores de los Gobiernos, ¿qué es ese ser vivo, instalado, en su período de gestación, si no es una persona humana? ¿Un extraterrestre? ¿Un nuevo ser vivo no identificado? ¿Algo que está vivo, dentro del seno de una mujer, y no se sabe lo que es? Porque la mujer no será su madre, ya que de serlo, ¿qué puede ser lo que ha nacido a la vida dentro de su seno?
Supongo que no habrá cambiado la ley natural que del peral nacerán peras, y del manzano, manzanas. O aquel refrán: no se le puede pedir peras al olmo, porque razonadamente y verdaderamente no las puede dar.
Es intolerable escuchar tales declaraciones públicas de la boca de personas que ocupan cargos de responsabilidad y que lo que demuestran es una total irresponsabilidad. Porque, sí saben que lo que dicen es un disparate, pero están endemoniadas por el poder y la ambición, hasta el punto de cegarse y matar a sus propios hermanos, porque quieran o no, esos niños inocentes que mueren segundo tras segundo, son hijos de DIOS, quieran admitirlo o no, y en consecuencia, nuestros hermanos.
Ardo en deseos de ponerme al lado del Padre Norman Weslin y de ayudarle a llevar esa Cruz con la que, anticipándose a los hechos, previa le iban a cargar en sus espaldas deteniéndole y haciéndole callar. Pero, asumiéndola y aceptándola con la paz que da el ESPÍRITU sólo salió de sus labios "AVE, AVE MARÍA..."
Acabo de recibir en mi correo este comunicado , que me parece muy acertado y verdadero, y no me resisto a publicarlo al final de mi humilde reflexión, porque creo que es el colofón de todo lo que he intentado expresar, porque de alguna manera el problema del aborto y el sida son problemas que aunque diferentes, tienen en común la equivocada política del Gobierno. Y rezo para que nadie se contagie del sida, o aborte, de forma especial la señora ministra o algún familiar y señores del Gobierno, incluyendo a todos los señores socialistas, comunistas y defensores de la promiscuidad sexual con preservativo, porque de contagiarse, o abortar que sepan que seguramente le atenderá una persona católica.
LUIS MARIA ANSON
La Iglesia y el sida (02.04.2009)
ALLÍ donde hay un hospital dedicado al sida, lo mismo en África que en
Asia o Iberoamérica, también en Europa, son monjas y curas católicos
los que están a pie de cama para atender a los enfermos.
He recorrido en trabajo profesional más de cien países.
En las leproserías de todo el mundo, en los asilos de ancianos terminales,
en los hospitales para enfermos infecciosos,
sólo se encuentra uno con misioneras y misioneros católicos.
Esa es la escueta verdad.
Nunca me he tropezado en esos lugares con un comunista militante,
con uno de esos manifestantes que vociferan contra la Iglesia.
Los misioneros y misioneras permanecen al margen de las pancartas y los sermones políticos.
Derraman su amor sobre los leprosos, los sidosos,
los desfavorecidos y desamparados.
Aún más, todos los profesionales del periodismo
sabemos que cuando estalla una tragedia del tipo que sea en el tercer mundo,
encontraremos información certera en la misionera o en misionero españoles,
que ejercen su ministerio en los lugares más miserables.
Nunca fallan, esa es la realidad.
José Luis Rodríguez Zapatero, para dar una lección a la Iglesia Católica,
ha decidido obsequiar a Africa con un millón de preservativos
pagados a través de los impuestos con los que sangra a los ciudadanos españoles.
¿A cuántos militantes del PSOE, encabezados por Bibiana Aído,
va a enviar para que se instalen durante diez años
en los hospitales especializados en sida,
para que convivan con los enfermos,
les atiendan, les den de comer, les limpien, les acompañen?.
El Papa ha instalado en el Africa enferma
a muchos millares de monjas y curas,
de misioneros y misioneras.
Obras son amores.
Esa es la diferencia entre los que vociferan y los que derraman cariño y atenciones.
Conocí en enero de 1967,
cuando carecía de la celebridad que adquirió posteriormente,
a Teresa de Calcuta..
Pasé un día con ella visitando sus hangares para enfermos terminales.
Escuché con atención lo que me decía.
Fue una lección de quién sabía mejor que nadie
en qué consisten las tierras duras del hambre,
el mundo de los desfavorecidos profundos.
Supe que estaba hablando con una santa.
Y así lo escribí.
Pues bien, en el cuerno africano,
en las ciudades estercoleros de Africa,
en los pueblos escombreras de Asia,
en las favelas brasileñas o en las villamiserias peruanas,
trabajan para los más pobres, para los más desfavorecidos,
millares y millares de teresitas de Calcuta.
El Papa cree que la mejor forma de combatir el sida en Africa
es la monogamia y la fidelidad.
No ha tenido en cuenta lo estupendas que están las negritas
y lo difícil que tiene que ser, ante el espectáculo de tanta belleza y atractivo,
que los negros politeístas y polígamos practiquen la virtud de la monogamia.
Pero ironías aparte, quienes combaten el sida en Africa,
quienes atienden a los enfermos son las misioneras, los misioneros católicos.
Escuché en una tertulia de radio a un simpático homosexual cebarse con el Papa
y despotricar contra la Iglesia.
Se me ocurrió aclararle:
«Dicen que el sida está especialmente extendido entre los homosexuales
aunque afecte ya a los heterosexuales.
Seguro que tú nunca te pondrás enfermo.
Pero ten por seguro que, si así fuera,
quien te atenderá con amor y dedicación en el hospital
será una monja católica».
Se quedó callado como una puta el simpático gay
y los tertulianos se apresuraron a cambiar de tema.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española