Es lo que se vende hoy, precisamente hoy día de reyes. Los niños son ilusionados con regalos y se les promete una noche y día feliz con cabalgata de reyes y regalos al día siguiente. Una felicidad que solo es aparente. No quiero quitarle esa bonita ilusión a los niños, solo quiero reflexionar que, añadido a esta buena y hermosa tradición, debemos de ir poniendo actitudes que nos vayan descubriendo la verdadera realidad.
Porque a los mayores también nos pasa algo de eso. Aunque digamos es cosa de niño, nosotros también esperamos regalos, y nos gusta que nos regalen y también regalamos. Es un día festivo, de regalos y de felicidad. Pero para muchos no será así, porque no tienen con que regalar, o su país no celebra estas fiestas o por otras causas no viven nada de esto.
Es bueno saber, poco a poco, que el verdadero regalo que todos deseamos es vivir en paz y en justicia. Un mundo donde no haya violencia, malos tratos, abusos de poder, desigualdades, egoísmos, diferencias, explotaciones, engaños, guerras, muertes, abortos...etc. Un mundo donde se comparta todo, y todos tengan lo suficiente para regalarse y ser feliz. Un mundo mejor.
Es bueno que los niños, que serán luego los mayores, vayan descubriendo estas actitudes y las hagan suyas. Es bueno que se viva la alegría y la ilusión, pero que también se experimente el compartir y la ayuda mutua. Es bueno descubrir que la verdadera felicidad no se esconde en los regalos, pues pasado mañana todo empieza a olvidarse y se vuelve a lo de siempre.
Mi nieto cuando pasa unos días fuera de su propia casa, la casita que le vio nacer y en la que ha vivido siempre, tiene tres años, termina expresando que tiene ganas de volver a su casa de siempre. Y es verdad, todos tenemos, aunque él lo diga desde la inocencia de un niño, una casa de siempre y para siempre. Es la Casa del Padre, y es a esa Casa a la que todos, y en la que todos quisiéramos siempre vivir.
Eso, lo de siempre es lo verdaderamente importante, porque es lo que permanece, y en donde permaneces es donde realmente tienes que ser feliz. Estamos llamados a eso, a la vida eterna, y ese es el principal regalo al que debemos aspirar.
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