Ser político es ponerse al servicio de la polis, de la comunidad, del pueblo o ciudad. No es ponerse al servicio de uno mismo, ni trabajar para enriquecimiento de uno mismo. Es poner tus cualidades en el poder para servir. Es el sentido común y la lógica quienes descubren y sacan a la luz esta verdad. Está impresa en el corazón de todo hombre: el poder es servicio. Son palabras también del Papa Francisco que nos han despertado esa verdad dormida en nuestro corazón.
Y todos, de alguna manera somos, en más o menos participación y contribución, políticos. Nacemos en familia y dentro de nuestra familia somos servidos, pero pronto empezamos también nosotros a servir. El éxito de la familia se apoya en el poder del servicio de todos hacia ella misma.
También, pronto, descubrimos que las familias nos viven solas sino que están unidas unas a otras formando pueblos. Y de esa unión se abastecen y proveen todas sus necesidades. Hay pan porque unos lo hacen, pero hay escuelas porque otros imparten enseñanza; hay respeto porque unos velan por esa seguridad y cada uno de los servicios requeridos son establecidos por unos cuantos que, con la contribución de todos, se encargan de coordinar y establecer dichos servicio.
Son los elegidos, previamente voluntariamente presentados, por todos, es decir, el pueblo, para que se dediquen a esos menesteres: "A servir". A cambio recibirán su justo salario, pero nada más. Y son llamados políticos. Tan sencillos que todos lo sabemos, pero quizás no lo tenemos en cuenta a la hora de desempeñar el cargo. Posiblemente, el sabernos con poder de mandar y elegir se nos sube a la cabeza, y perdemos la responsabilidad para la que hemos sido elegido.
También, perder la visión de sabernos hombres iguales, libres y con la dignidad de ser hijos de un mismo Padre Creador, Dios, nos aleja de respetar esos derechos naturales y fundamentales que nos hermana. Así las cosas, ser político se ha convertido en una profesión, una carrera y un oficio, pues no hace falta ni título, ni compromiso, ni responsabilidad. Se trata de decir mentiras, engañar y, si se puede, hacerse rico. Lo demás no importa. Del servicio se ha pasado al poder de hacer lo que mejor conviene para cada uno.
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