Quien tiene fe tendrá esperanza, porque la fe, según yo lo veo, es la esperanza llevada al terreno de lo esperado, de lo que se quiere encontrar y de lo que se busca. Cuando hay fe hay búsqueda de eso que se cree, y en definitiva, se busca lo bueno, lo mejor, lo que te hace feliz.
Por eso, estaremos de acuerdo, todos los hombres buscan la felicidad. Y si la buscan es porque creen que existe. Sin embargo no la han visto ni la pueden tocar. Han sentido instantes de felicidad, que para unos será esos momentos de paz y satisfacción, y para otros será una simple juerga o placer, pero nunca la han visto ni la han tocado. No obstante creen en ella. Es algo irrenunciable porque la sienten, la intuyen, la experimentan y la perciben. Y les hace feliz.
Más, se nos escapa de las manos y volvemos a sentirnos ansiosos, angustiados buscándola. La vivimos, pero instantes después desaparece y nos deja vacíos. Necesitamos recuperarla y volvemos a emprender el camino. ¿Qué nos ocurre? ¿Qué nos pasa? ¿Por qué la buscamos? ¿Quién nos la ha puesto en el centro de nuestro corazón? Sin lugar a duda, necesitamos creer en ella porque sin ella no podríamos vivir. El camino de nuestra vida está marcado para encontrarla. Y existe, eso ya lo sabemos, pero ahora tenemos que saber que camino conduce a ella.
En eso está puesta toda nuestra esperanza.
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