Llega la hora de un nuevo comienzo.
Termina un año y empieza otro. Es momento de pararnos y de pedir nuevos retos
para el año que está a punto de abrir su puerta para que iniciemos el recorrido
por él. Pero, ¿cómo lo vamos a recorrer? ¿Solos? ¿Según nuestras ideas y
proyectos? ¿O pensamos hacerlo como lo hizo María, la Madre de Dios? ¿Guardando
todas las cosas que nos suceden en el corazón y poniéndolas en Manos del Señor,
nuestro Dios?
Nuestra felicidad dependerá de eso, de que
queramos encontrarla solo y con el poder de lo que nos ofrece el mundo, o
abandonados humildemente, sencillamente, dócilmente en Manos del Señor. María,
que nos puede acompañar y servir de guía, lo hizo así, con humildad, con
sencillez y confiada en el Señor y, a pesar de no entender muchas cosas, las
meditaba y las guardaba en su corazón. Sabía y tenía presente siempre al Señor
en su vida, junto a José y al Niño Dios.
También así quiero yo empezar y recorrer
este año y así se lo pido a nuestro Padre Dios. Aprovechándome de su invitación
a pedir y recibiréis, quiero Padre Santo, pedirte para que no deje ni un día de
estar a tu lado este nuevo año que empieza y a que cada instante de este nuevo
año tu presencia en mi vida sea la que me oriente y me guíe. Te doy las gracias
de antemano, porque sé que Tú me escuchas y me das lo que mejor y más me
conviene. Amén.
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