No debe extrañarnos que la Iglesia fundada por Jesús de Nazaret sea perseguida. La más perseguida si no la única. No conozco a ninguna, por lo menos en la intensidad y universalidad con la que es perseguida a ninguna otra iglesia, congregación o secta. Y digo que no debe extrañarnos porque Él nos lo dijo: (Mt 10, 22): Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.
Esa es la
advertencia, no hay engaño, estamos avisado. Y porque lo sabemos lo aceptamos,
lo acogemos y lo sufrimos con paciencia hasta la muerte. Una muerte que es
descanso y puerta para la gloria. Está claro que la Iglesia nunca cesará de seguir
su camino. Camino que le señalo su fundador, nuestro Señor Jesús. Porque,
Iglesia eres tú y soy yo, y mientras haya un tú o un yo la Iglesia estará
siempre viva. Nunca dejará de existir.
Muchos más que no
saberlo ignoran esa persecución de cada día. Quizás la nuestra, me refiero a
nuestra situación, no es una persecución violenta pero sí de indiferencia, de
mirar para otro lado, de degradarla e ignorarla y hasta ridiculizarla. E
incluso en estos últimos tiempos tratan de excluirla con la intención de
encerrarla en su propia sacristía.
Pero, añadido a eso, en otros lugares hay una persecución violenta y extrema hasta llegar a la muerte. No hay que extenderse mucho ni insistir demasiado para darnos cuenta de la realidad de esa persecución. Hay muchos testimonios que lo reflejan de manera clara y meridiana, estos son algunos entre muchos: Devanjalie y Pringantha; Francisco Faustino, "Chico", padre de familia, Mozambique; María, Nicaragua; Janada Marcus, 22 años, Nigeria y muchos más testimonios que.pueden ver en la revista: https://bit.ly/417HxUS
La Iglesia nace perseguida, pues Jesús fue perseguido y rechazado desde su nacimiento. Y es que todavía siguen creyendo en un Dios invisible sin aceptar que ese Dios se hizo Hombre y habitó entre nosotros. Y nos anunció su Amor Misericordioso mostrándonos el verdadero rostro de Dios.
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