Nadie pone en duda la historia de la humanidad. A nadie se le ha ocurrido poner en duda la historia de Fernando e Isabel, los Reyes Católicos. Ni tampoco otras tantas existencias de hombres y mujeres ilustres. Pero tampoco, a nadie se le ha ocurrido dudar del equipo de pilotos que pilotan el avión en el que tú has embarcado con total confianza en ellos. Tampoco de ese taxis, en el que pones tu vida en sus manos.
En cada momento de nuestra vida, desde que despertamos hasta el dormirnos de nuevo, ponemos nuestra vida, por la fe, en manos de otras muchas gentes. La fe la necesitamos para vivir, y sin fe nos sería imposible vivir. Es la experiencia que constatamos en cada segundo de nuestro diario acontecer. Pero, ¿qué ocurre con la fe que nos ha transmitido los apóstoles y discípulos, y qué la Iglesia continua transmitiendo?
Los apóstoles son personajes de carne y hueso, que existieron como los Reyes Católicos u otros muchos personajes de la historia. Ellos con sus vidas nos han transmitido su experiencia, su encuentro con Jesús de Nazaret, Personaje histórico real, y sus vivencias a lo largo de tres años que convivieron con Él.
Ellos, con sus vidas y martirio, han dado testimonio de esa fe, y han dejado la prueba fehaciente y real de la Resurrección de Jesús, el Hijo de Dios Vivo. Ellos han dado prueba, con sus palabras y vidas, de los hechos extraordinarios de la Vida de Jesús y de su Mensaje. Un Mensaje que responde al deseo de todos los hombres; un Mensaje que colma las aspiraciones de todos los hombres. Un Mensaje con el que sueña la Humanidad, establecer un Reino de Justicia, de Amor y de Paz.
Pero un Mensaje sobre todo de amor, donde la justicia y la paz sean la consecuencia de que los hombres en la tierra vivan el amor tal y como Jesús lo ha enseñado y vivido. Responder a la pregunta del por qué no ha ocurrido esto, es la cuestión que nos debe interpelar. ¿Quizás es porque queremos establecer un Reino según nuestra voluntad? ¿O quizás sea porque no creemos sino lo que nos interesa y gusta creer? Posiblemente sea un problema de fe, algún día lo sabremos. Sólo que para entonces, estés donde estés, ya no tiene remedio.
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