No hay muchos mensajes, ni tampoco mucho que indagar. Eso sí, hay que caminar junto al Único que puede, a través del camino, irnos dando lo necesario para vivir el amor. Porque solo una palabra contiene el mensaje: "Amar". Por Amor vino Dios al mundo; se hizo Hombre, y se entregó a una muerte de cruz para salvarnos. Es fácil y muy asequible para todos, solo una cosa es necesaria: "Amar".
Ese "Amar" es el único mandato que Dios nos ha dado, y se ha puesto Él a la cabeza, en el Hijo, para decirnos de qué forma hay que vivirlo y realizarlo. Amar es la Voluntad del Padre, y Jesús nos lo dice con su Vida y su Palabra: Padre nuestro que estás en el Cielo; santificado sea tu Nombre; hágase tu Voluntad aquí en la tierra como también en el Cielo...
No hay otro mandato, ni otras normas o leyes que hacer o cumplir. Solamente: "Amar". Pero ese amar exige una total dependencia del Señor: "Sin Mí nada podéis hacer", nos dice en otro momento. Caminar por nuestra cuenta es perder el tiempo. Sólo en el Señor encontraremos la respuesta de cada día para ir viviendo y haciendo vida su Palabra en nuestro propio camino.
Pronto experimentamos que necesitamos una fuerte relación con el Señor: su Alimento (Cuerpo y Sangre), su trato directo (oración), su perdón (Penitencia), su comunidad (La Iglesia)... y todo aquello que nos va ayudar a vivir en cumplimiento de su Voluntad.
En la parábola del hijo prodigo, mejor, el Padre Misericordioso, Jesús nos enseña como nos quiere el Padre, y como nos acoge y nos trata. Eso sin eludir que tengamos que pagar nuestros pecados y errores, pero siendo perdonados y admitidos como verdaderos hijos suyos. Así, de esa forma y con la ayuda del Espíritu Santo, debemos emprender nosotros la marcha por el camino de nuestra vida, hasta la última etapa, en la que el Padre nos espera amorosamente.
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