Y eso es lo que verdaderamente todos buscamos. No hay otra cosa más importante que el
hombre persiga que vivir eternamente. Por eso se mueve y trabaja; por
eso se esfuerza y estudia; por eso es capaz de darlo todo, porque quiere
vivir para siempre. Imaginar otra cosa es perder la verdadera razón y
sentido de la vida. El hombre busca la felicidad en la eternidad. Esa es
la verdadera razón de su hambre y su sed.
Y
Jesús, enviado del Padre, conoce cuál es la Voluntad del Padre: "Darnos
esa felicidad eterna", y nos la ofrece: «Yo soy el pan de la vida. El
que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca
sed. Na hay nada tan claro, sin lugar a ninguna duda ni confusión, que
estas Palabras de Jesús. Nadie podrá alegar ni justificar que no ha
entendido. Quizás, sí, podrá decir alguno que no lo ha oído porque otros
se han callado y despreocupado de decirlo.
Por
todo ello, pensar que la Misericordia de Dios nos libra de toda
responsabilidad, es pensar muy laxamente y tomarse las palabras de Jesús
a la ligera. Tenemos una gran responsabilidad: "Ir al encuentro del
Señor y creer en Él". Si esto no lo hacemos de forma seria, responsable y
comprometida tengamos en cuenta que nuestra eternidad puede estar en
peligro.
Tú, puedes optar por lo que creas, algunos ya lo han hecho, pero no vendrán a decírnoslo. Eso lo dejó también muy claro Jesús cuando nos contó la parábola del rico epulón. La responsabilidad es tuya. Todo está muy claro y nada podrás alegar después. Busca tu eternidad donde tú creas más conveniente, pero yo, en nombre de Jesús de Nazaret, te digo también que donde único se encuentra es en Él.
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