Dentro
de nosotros late un chispa de eternidad. Y esa eternidad no puede interrumpirla
la muerte. Pienses lo que pienses, tanto tú como yo, anhelamos ese deseo de
eternidad, vive dentro de nosotros. Y se percibe en la forma de vivir y actuar
de las persona humana: ejercicios físicos, mentales, dietas saludables y de
adelgazamiento, cuidados del cuerpo…etc. Los gimnasios están llenos de gente
tratando de mantenerse – con ejercicios – de forma saludable. La pregunta que
viene es, ¿para qué tantos cuidados si vamos a morir? Precisamente, porque no
queremos morir. Estamos resignados, pero, no queremos morir.
—¿Cómo
es posible que, anunciándose la Buena Noticia, sean pocos lo que la escuchan y
la toman en consideración? —Dijo Manuel muy sorprendido.
—Supongo
que la gente no se lo cree o vive más pensado en lo inmediato y no en lo que
pueda pasar —respondió Pedro.
—De
cualquier forma —prosiguió Manuel— la realidad es que la muerte llega. Y no
avisa. Puede venir en horas tempranas de vida o más tarde.
—Tenemos
mucho ejemplos de muertes a diario. Conocidos, amigos y familiares. Todos hemos
vivido una despedida por muerte entre nuestros familiares, amigos o conocidos.
—Pero
¡hay Alguien que ha muerto y ha Resucitado! ¡Y nos lo ha dicho y se ha dejado
ver a sus amigos íntimos, a los que ha encargado anunciar esa Buena Noticia!
¿Qué sucede, no creemos?
—Al
parecer no – interrumpió Pedro.
—El
mundo se ha resignado a morir y a vivir condenado eternamente. Es una lástima y
un gran pesar. La Buena Noticia nos llena de esperanza y de eternidad. En ella,
lo que creen, esperan vivir eternamente en gozo y plenitud de felicidad —afirmó
Manuel.
De cualquier forma, todos luchamos contra la muerte y esa es la asignatura pendiente. Pero, la realidad es que hemos sido creados para vivir y no tiene sentido morir. La muerte es implemente un paso de la materia al espíritu. Seguiremos vivo y dependerá del amor con el que hayas vivido para que tu eternidad sea gozosa y plena de felicidad.
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