Hay ciertas actitudes y pensamientos que debemos cuidar con
mucho esmero y atención. Precisamente en el Evangelio de hoy, Jesús nos habla
de que dentro de poco ya no le veremos, pero, dentro de otro poco le volveremos
a ver. Su Palabra no tiene desperdicio, siempre se cumple. Tangamos fe, porque
dentro de poco le veremos. Ese es nuestro camino en este mundo que, nos sabemos
el día ni la hora, pero sí sabemos que nos iremos. Y esa será el momento de
volver a ver al Señor, de encontrarnos con Él de forma directa y cara a cara.
Será entonces el gozo y la alegría inimaginable y plena.
Es verdad y lo sabemos, antes vendrán, ya nos lo recuerda Jesús, días de llanto y tristeza y nos lamentaremos mientras el mundo ríe y está alegre, pero al final nuestra tristeza se convertirá en alegría eterna. Y esa idea, guardada en nuestro corazón, nos ayudará a sostenernos firmes y fieles a la Palabra de Dios.
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