A menos que no tengamos cuidado, la ambición y el poder nos esclavizan y se apoderan de nosotros. Y es que cuando perdemos algo que nos importa, pronto experimentamos el lugar de nuestras prioridades. Es entonces cuando nuestra jerarquía de valores queda al descubierto, y conviene que así sea, porque eso nos ayuda a crecer y a descubrirnos ante el Señor.
Se nota cuando algo que hemos perdido tiene valor para nosotros, y esa experiencia nos descubre que Dios no es tan importante como creíamos. Eso nos debe ayudar a sabernos pecadores, pero a no seguir hacia delante porque el terreno que pisamos es muy peligroso. Jesús nos habla de un Padre misericordioso que nos perdona hasta los más imperdonable. Pero ese perdón necesita de una actitud por nuestra parte que lo pida y lo acepte humildemente. Y esa es la mejor opción y la esperanza de sabernos queridos y perdonados por nuestro Padre Dios.
No es el caso del corrupto, que se engríe en el dinero y el poder y rechaza, hasta excluir y desafiar, al Señor expulsándolo de su vida. Bien y claro lo ha dicho el Papa Francisco en su homilía sobre la parábola de la Viña. Somos pecadores y necesitamos el perdón y la misericordia del Señor que se nos ofrece por su gran Amor. Pero otra cosa muy diferente es rechazarlo y apegarse a las cosas de este mundo.
1 comentario:
Pero el Papa Francisco está pronunciando palabras que nadie esperaba (me refiero a algunos 'progres'), y que son la verdad que no se debe ocultar. Sigo sus palabras muy de cerca, como con Benedicto XVI, y creo que todos deberíamos hacerlo, porque son una constante catequesis.
Un abrazo!
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