Por regla general cuando oímos "compartir lo que tienes" pensamos en el dinero, los bienes inmuebles y otros valores materiales, pero nunca o casi nunca en el tiempo. El tiempo es un valor fundamental y todos somos rico en eso. Quizás haya momentos en nuestra vida que no dispongamos mucho tiempo, pero llegarán momentos que tendremos suficientes.
Sin embargo, ese bien tan importante no lo compartimos mucho. Casi lo tomamos todo para nosotros, y lo distribuimos pensando solamente en nosotros: viajes, distracciones, ejercicios, deportes, lectura, tv., ordenador, juegos, cocina, descanso y más de lo mismo. ¿Qué dejamos para dedicarlo a los demás?
Posiblemente, en el mejor de los caso un poco nada más. Y nos parece suficiente. Nos autojustificamos que nos lo merecemos y que necesitamos distraernos. Y hasta solemos decir que esta vida son cuatro días. Eso nos descubre la consecuencia de nuestra manera de pensar y actuar. Para vivir cuatro días en esta vida, vale la pena aprovecharla y pasarlo bien.
Pero cuando se aspira a algo más grande, "a la vida eterna", el tiempo hay que distribuirlo mejor y compartirlo con los que necesitan un poco de nuestro tiempo y nuestro servicio. Porque sólo amando y dándonos en renuncia de nosotros mismos, podemos encontrar más tiempo y tiempo eterno. Una vez más se descubre la necedad de este mundo: buscando vivir, encuentra la muerte.
La vida está encerrada en el amor, y el amor cuando se da descubre la verdadera vida, la única que vale la pena vivir. Jesús de Nazaret nos la ofrece gratuitamente sólo a cambio de un poco de tiempo del nuestro, un tiempo para gastar no en nosotros, sino en los demás.
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