No es que rece cuando quiera y que no lo haga todos los días. Por la Gracia de Dios me esfuerzo diariamente en tener un espacio de tiempo con el Señor donde rezo y trato de reflexionar. Aparte hago, al menos lo intento, dos reflexiones diarias. Pero hoy me han dado ganas de hacer una oración a pecho descubierto. Invitando a todos los que quieran y entren en este espacio a acompañarme y también, por qué no, a que deje su oración si les apetece.
Y he titulado dicha reflexión: "Hoy tengo ganas de rezar". La verdad es que cuando el horizonte se te nubla y la ilusión se debilita, donde mejor buscar las fuerzas es en el Señor. El Espíritu Santo está ahí, a nuestro lado, y su misión es fortalecernos, confortarnos, dirigirnos, alumbrarnos, hacer que entendamos, darnos sabiduría, y ayudarnos durante nuestro recorrido a cargar con nuestra cruz.
Quiero, desde este humilde blog, compartir con todos los que entren y lean esta pequeña reflexión - oración, que a quien mejor podemos acudir es a Ti, Padre del Cielo. Tú estás a todas horas y en todo momento, y Tú siempre nos aconsejarás para nuestro bien. Todo tu interés es que estemos bien y que seamos felices. Nos quiere felices, no este tiempo temporal por este mundo, sino - Siempre - y a tu lado. Gozando de tu Amor y de tu Eternidad.
Me consuelo pensando eso. En estos últimos días he visto marchar a amigos que al parecer no tenían buena amistad contigo. No solían visitarte, y creo que tampoco hablarte. Yo ahora quiero hablarte por ello y pedirte que los perdone. Perdona por mi atrevimiento, porque sé que Tú tienes más interés que yo en salvarlos, pero algo tengo que decirte y me preocupan ellos. También muchos hermanos en Ti que han perdido la vida en Lampedusa. Me preocupa que esas aventuras no se solucionen, y los hombres tengan la oportunidad de ganarse la vida de forma más humana y justa.
He leído la historia de Asia Bibi, y también me ha dejado preocupado. Sabes que te rezo por ella, y a veces, metido en la cama, me estremezco por lo mal que lo está pasando mientras yo duermo confortablemente en mi cama. Sabes también que te he dado gracias por eso. No es una habitación lujosa, pero para mí es la mejor del mundo y te doy las gracias profundamente.
También sé de muchas parejas que se pelean por anteponer sus propios egoísmos a los del otro. No han descubierto que amar es no buscarse sino buscar el bien del otro. Se unen y se profesan amor, pero se buscan a ellos mismos, y al menor contratiempo todo se viene abajo. Claro, ¡si lo sabré yo!, que es duro y muy difícil, pero lo que ignoran muchos es que contigo todo se puede arreglar y superar. Por eso te invitamos a nuestra boda, ¿Recuerdas Señor? Hace ya 42 años. Y cuando algo va mal, Tú siempre nos atajas, nos sostiene y nos das mucha paciencia. Y todo se arregla.
Ahora me empiezo a sentir mejor. Y es que contigo Señor siempre me siento mejor. Porque me siento escuchado, querido y acogido. Y también atendido, pues harás lo mejor para esos amigos, para los hermanos de Lampedusa, para Asia y para todos nosotros. Gracias Señor por permitirme y darme la luz para encontrar pequeñas, como a Ti te gusta, palabras que ofrecerte con todo mi cariño y amor.
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