Una cita programada para la mañana de los viernes |
Empezó un poco por el compromiso con los demás. Hay momentos en tu vida que haces las cosas porque no puedes negarte, o simplemente porque sientes vergüenza descubrir tus debilidades, tus egoísmos o apegos. El compromiso es bueno porque te doblega y te moldea. También te molesta, y por eso muchos eluden comprometerse. Pero eso, en lugar de ayudarle aparentemente, les perjudica a la larga.
Porque nuestra voluntad necesita el fuego para fundirse como el oro y fortalecerse en su dominio. Y eso a la larga te hace más libre y más persona. A lo que todos aspiramos.
Volviendo al tema que me ocupa, decía que todo empezó así. Pero todavía, era verano y eso me obligaba a moverme un poco más por la distancia, y a molestarme más el día señalado y escogido por mí para estar allí a la hora convenida. Pero algo me impulsó a seguir adelante y la mirada de Dios, mirada dulce, suave, que me liberaba más que exigía, me dejaba sin alternativa. No podía decirle que no. Lo demás lo pondría el Espíritu dándome las fuerzas para cumplir mi compromiso.
¡Y bendito compromiso! Los días, no voy a decir que fueran plácidos, pero tampocos duros, se sucedieron y hoy es el día más deseado. Siempre cuesta acudir a una cita, pero en el camino corro y gozo por llegar. Es mi mejor momento semanal. Allí encuentro consuelo, escucha, consejos, perdón, misericordia... También exigencias y complicaciones. Crecer implica dejar cosas y acoger otras mejores, más perfectas, más en clave de amor.
Encuentro combustible para vivir a su Impulso de Amor los restantes días de la semana. Encuentro confianza, pero también dudas, riesgos, incertidumbre que me ponen en espera, en expectativa, en actitud de estar atento y no bajar la guardia. Descubro que también eso, aunque duele y es molesto, es necesario, pues mantienen el alma despierta y aviva la esperanza y la necesidad de descubrir su presencia y su compañía. Te das cuenta y experimentas que le necesitas.
Y te vas renovado, en paz y revolucionado. Con ánimo de empezar de nuevo, con el presentimiento de haber cargado las pilas y de rejuvenecer esperanzas, y, sobre todo, con el propòsito de volver el próximo día. No obstante, seguirás viéndolo junto a los hermanos todos los días en la Eucaristía. Allí nos veremos, como dice nuestra común y buena amiga Cristina Llano: "nos encontramos en la Eucaristía".
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