Hemos sido creados para vivir eternamente. Evidentemente que
es un acto de fe, pero más evidente es que lo deseamos interiormente. Lo prueba
nuestro miedo a la muerte, nuestros deseos de cuidarnos, de luchar contra la
enfermedad, de aspirar y desear con todas nuestras fuerza vivir. Y un deseo de
vivir eternamente.
Y a eso estamos llamados. Por tanto, es contradictorio y de
influencia malignas el festejar y celebrar la muerte. La fiesta de Halloween no
tiene sentido para nadie. Menos si cabe para un cristiano, llamados a la resurrección
por Aquel, nuestro Señor Jesús, que ha Resucitado y en la cual se fundamenta
nuestra fe.
En consecuencia, los cristianos que celebran Halloween, o no saben lo que celebran, o confunden el rito de la muerte con fiestas carnavalescas o realmente no creen que es la vida lo que hay que celebrar. Y eso es lo fundamental del día de los difuntos, celebrar que Jesús, el Hijo de Dios, ha vencido a la muerte y, en y por Él también nosotros la venceremos. Por eso festejamos la vida, la Resurrección junto a todos los Santos que ya la han vencido y, resucitados, gozan de la presencia del Padre y del gozo eterno.
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