martes, 7 de mayo de 2013

LA COMUNIDAD NECESITA TIEMPO Y ACTITUD



Porque la comunidad no se hace sola, sin esfuerzos, sin constancia, sin perseverancia y sin actitud de acercarse y conocerse. Bien es sabido que con el tiempo y una caña la gente se va conociendo, pero no surge eso por arte de magia, sino por la constancia en permanecer y frecuentar la comunidad.

No basta con cantar somos un pueblo que camina y juntos como hermanos... Ni tampoco esta otra: hijos de una Iglesia... sino que hay que tratar de vivir eso que cantamos y preocuparnos por, con paciencia y confianza en el Señor, tomar conciencia de nuestra propia existencia y tratar de ser hijos de una misma Iglesia, la que fundó Jesús de Nazaret. Porque sin amor de nada nos sirve lo demás.

Necesitamos actitud de querer. Lo mismo que ocurre en el matrimonio. No es cuestión de sentir, de gusto y apetencias, sino de empeño y de voluntad. Quiero hacer comunidad, vivir en comunidad, hacer comunidad para posibilitar la vivencia del amor. Y hablo de esa comunidad, hasta cierto punto superficial, pero que hace que nos conozcamos y tratemos de estar cerca y preocuparnos unos por otros. Porque sin comunidad será imposible vivir el amor. El amor no es individual sino comunitario. Se necesita, al menos dos, para vivir el amor. Y la comunidad para proyectarlos hacia los demás.

Estoy pensando en la comunidad parroquial. Esa pequeña comunidad que, en Xto. Jesús, nos vemos casi a diario en torno a él en el templo de nuestra parroquia. Llevamos mucho tiempo viéndonos y muchos todavía no nos saludamos. El saludo es el primer signo de manifestar que nos conocemos, y detrás puede venir el provocar hablarnos y abrir nuestras conciencias de que somos hermanos en Xto. Jesús.

Quiero compartir que no estamos parados. Algo se va logrando, y muchos de nosotros ya nos consideramos amigos, conocidos, hermanos en la fe y en Xto. Jesús. Se nota en el saludo, en la sonrisa, cuando nos damos la paz. En el Espíritu está, y no podía ser menos, pero no podemos quedarnos satisfechos e instalarnos en eso. Debemos seguir esforzando en atendernos más, en preocuparnos más unos de otros, en no ser expulsivos y tender nuestra manos también hacia afuera, sin agobios, sin traumas ni angustias. Simplemente estando y poniéndonos en manos del Espíritu Santo.

Esa es precisamente la Voluntad del Padre. Poco a poco lo lograremos. Estamos en buenas Manos, pero no desfallezcamos. Sigamos caminando en Iglesia.

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