—¿Eres cristiano? —preguntó
Manuel.
—Sí, — respondió rotundamente
Pedro. Lo soy y a mucha honra.
—Y, supongo,
¿anuncias la Buena Noticia?
—¿Qué buena
noticia? —respondió Pedro algo extrañado. Miró hacia los lados buscando alguna
respuesta pero no supo que decir.
—Entonces no eres
cristiano. Podrás estar bautizado, pero tu actuar no es de cristiano. Un cristiano
anuncia la Buena Noticia, la Noticia de la Salvación. Estamos salvados por la
muerte y Resurrección de Xto. Jesús.
—¡Hombre, eso lo
sé y lo creo! —respondió Pedro.
—Pero, si no lo proclamas y vives, —¿qué cristiano eres?
El Evangelio de
hoy viernes viene muy bien para reflexionar sobre este particular. ¿Somos
nosotros impedimentos para que otros puedan abrir sus corazones y crecer en
actitud de fe y esperanza? ¿Pretendemos crear círculos que impidan a otros
expresarse tal y como experimentan la presencia de Dios entre los hombres?
Jesús viene a hablar de todo y con todos.
Escucha, habla, discute y toca todo tema que le traen. Busca la verdad y la
justicia y trata con los más afectado por esa verdad y justicia. Y canta las
cuarenta a todos aquellos que la falsean y la esconden en la mentira e
injusticia. Ese es el Jesús que sigo y que anuncio. Un Jesús que proclama la
Verdad y la Justicia por Amor. Un Amor Misericordioso.
Porque, cuando se
habla en la verdad buscando el bien y la justicia, se está orando, se está
abrazando y se está en verdadera comunión con Jesús y con su Santísima Madre,
su primera discípula, alrededor de la que nació la Iglesia. ¿Acaso María no
hizo y quería lo mismo que su Hijo?
Porque, hablar de Jesús es hablar de la defensa del maltratado, del explotado y del indefenso. Y, en consecuencia, señalar y denunciar al aprovechado, al mentiroso y al que busca y hace el mal, sobre todo al más débil e indefenso. Conviene recordar: Mt 21. 24-27: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos». Y no olvidemos que Jesús puso de ejemplo a su Madre, porque ella cumple en cada instante de su vida la Voluntad de Dios. Así que también nos conviene mucho mirar para María, nuestra Madre.
También conviene preguntarnos ¿cuál es la Voluntad del Padre? Es obvio que una actitud activa en defensa del necesitado, gratuita y por amor, debe estar apoyada y cimentada en la oración y en el apoyo en el Espíritu Santo. De otro modo no se podría sostener ni encubrir. Porque, siempre, la verdad emerge y la luz deja todo a la vista.
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